En una comunidad como Andalucía, con menor músculo empresarial e industrial que otros territorios, debemos mimar y cuidar extraordinariamente a los próceres y comprometidos emprendedores que apostaron y apuestan por su tierra, desde su tierra y para su tierra. Necesitamos muchos Cosentino (Grupo Cosentino), Targhetta (Atlantic Cooper), Berdonés (Secuoya), Manzanares (Ayesa), Yoldi (Persán), Chabrera (Grupo Q), Manrique (Sacyr), Contreras (Azvi), Rodríguez (Festina y Lotus) y un largo etcétera de nombres propios que, sin perder la perspectiva de sus orígenes, se desmarcaron del estereotipo del empresario de barriga y puro que tanto daño hizo a la imagen del empresariado andaluz. Con sus ejemplos, no sólo demostraron que es posible crear riqueza desde el Sur, sino que lanzaron un potente ariete contra el clasismo territorial interesado que veta a Andalucía para la prosperidad y la orilla exclusivamente para la mano de obra barata y para el paraíso de descanso vacacional del resto del país. A todos ellos he tenido la oportunidad de entrevistar, intercambiar impresiones o sencillamente escucharles, y tres denominadores comunes confluyen en sus discursos y reclamaciones a las administraciones públicas y a la sociedad en su conjunto pensando en el desarrollo de Andalucía: mejor educación, más cultura emprendedora y simplificación, agilidad y facilidades en permisos y ‘papeleos’ para desarrollar sus proyectos con mayores garantías de éxito.
Estas demandas encontraron, en contadas ocasiones, respuestas formidables de servidores públicos que tuvieron más visión de futuro que incluso el propio empresariado y giraron el rumbo de sus poblaciones. Es el caso del ex alcalde socialista de Chiclana de la Frontera (Cádiz), José de Mier Guerra, impulsor del Novo de Sancti Petri, uno de los más fructíferos complejos hoteleros de Andalucía. Días atrás, en un acto sencillo, pero rebosante de simbolismo y de justicia, se conmemoró el trigésimo aniversario de este templo turístico que nació en un paraje natural bellísimo al que protegió con un modelo alejado del ladrillo o la masificación de la Costa del Sol. Esa apuesta atrajo no sólo un turismo de alta calidad y rompió la estacionalidad veraniega, sino que generó un cambio en la economía de una localidad que duplicó su población en estos 30 años.
Hubo otros muchos dirigentes de distintos ámbitos y grandes cadenas hoteleras y tour operadores que sumaron para que fructificara esta realidad, pero por encima de todos ellos estuvo un visionario de los que quedan pocos en su partido y en el resto de formaciones políticas. Igual que necesitamos a los empresarios que enumeré anteriormente, necesitamos a muchos políticos que se adelanten a tu tiempo y proporcionen prosperidad a su tierra como Pepe De Mier.
