El periodista Augusto Delkáder afirma que sus paisanos gaditanos son como las piedras de la playa cuando las lanzas al mar: antes de hundirse, rebotan varias veces sobre el agua. Es una certera descripción de los habitantes de una provincia acostumbrada a recibir golpes, pero nunca a bajar los brazos. Quizás un poco ácrata y descreída ante las embestidas que casi la han convertido en un páramo industrial y sin las oportunidades de desarrollo que merecería, pero nunca resignada a su suerte.
E incluso, aunque cada vez con más dificultad, presta a movilizarse cuando es convocada en nombre de lo común en la defensa del futuro de astilleros, Delphi, la antigua tabacalera, la pesca o, en estos momentos, la planta de Airbus de Puerto Real.
También se levantó en armas contra el “impuesto revolucionario” que supuso pagar durante 50 años y 6 meses el peaje de la autopista AP4 entre Sevilla y Cádiz mientras contemplaba como el resto de andaluces circulaban gratuitamente por autovías rápidas para desplazarse a la capital andaluza; la A92 desde Almería, Granada y Málaga; la A49 desde Huelva y la A4 desde Córdoba y Jaén. Después de mucho tiempo de lucha contra un yugo que frenaba su crecimiento -con tres prórrogas autorizadas por Adolfo Suárez, Felipe González y José María Aznar, respectivamente-, el 31 de diciembre de 2019 expiró la concesión de pago. No me caben en esta columna la cantidad de promesas de ministros asegurando que nunca más habría peaje en los casi 90 kilómetros que separan Puerto Real de Dos Hermanas.
Tan sólo 16 meses después -y, para colmo, sin apenas disfrutar de la autopista liberalizada por las limitaciones pandémicas a la movilidad-, esos mismos ministros anuncian que en 2024 todas las autovías serán de pago. Iré al grano.
Si no rectifica y ejecuta este plan, contestado por empresarios, sindicatos y transportistas, el Gobierno de Pedro Sánchez debería establecer excepciones en aquellas autopistas que, como la AP4, ya han sido pagadas sobradamente.
Si no lo hace, cometerá la tropelía de tomarle el pelo a los gaditanos como nunca antes y este pueblo rebotará como las piedras contra esta injusticia histórica.
Del daño que pueden sufrir por esta medida son conscientes PSOE y Unidad Podemos en Andalucía -los partidos del gobierno- que se han desmarcado de esta medida que ha enviado Moncloa a Bruselas.
Y atentos a la contestación social y ciudadana- No solo habrá barricadas en la calle.
Que luego no se sorprendan si nace un Cádiz existe y encima la gente vota a este partido nacido de una indignación lógica.
