Tabernero en la esquina de oro gaditana -Corralón de los Carros con San Félix-, José Ruiz Calderón ‘Manteca’ enseguida te estrechaba la mano, te arropaba y te preguntaba que bebías para invitarte. Antes de que te dejara caer el papelón de chacina sobre una barra testigo de los encuentros y los corrillos más sugerentes o irreverentes de las últimas cinco décadas de Cádiz, ‘Pepito’ rezumaba felicidad y entusiasmo con su particular narración sobre sus negocios antaño con los gallos de pelea o sobre la corta experiencia de novillero que dejó porque, según confesaba sin pudor, se “cagaba de miedo”, Tenía un talento innato para el relato, especialmente cuando recordaba cómo se ganó la vida en momentos difíciles en compañía de algunos de sus amigos. Amante del barrio de la Viña, devoto de su familia y sus vecinos, socio de los embustes y confidentes de los cobazos, fantaseaba con el Cádiz del pasado sin impostaciones ni estridencias porque era, antes que nada, un hombre sencillo, elegante y, especialmente, bueno.
Se ha marchado una leyenda urbana muy real, tanto como el orgullo que tenía de sentirse de una tierra testigo de la manera más auténticamente desenfadada de vivir la vida. Detrás de sus relatos impregnados de aguda ironía, doble sentido o sobreactuaciones se escondía una persona hecha a sí misma, que partió de la nada y que se labró el futuro y el de sus hijos, no sin sufrimiento y obstáculos, pero con un duende especial y mucho arrojo, coraje y dignidad. Es un representante inequívoco de una generación de españoles, andaluces y gaditanos que se nos está marchando y que echaremos de menos por toda la sabiduría popular que han transmitido a varias generaciones y todas las sensaciones y sentimientos que transmitían a cada minuto.
Sólo a un ingenio andante como Don José se le podía ocurrir una manera más desternillante de describir lo doloroso que era caminar por los adoquines del casco antiguo de Cádiz si tenías juanetes: “Mira si en Cadi hay guasa… que hasta las calles dan bocaos”. Ja, ja, ja, ja y muchos emoticonos de risas hasta que te den agujetas. Tuve la suerte de tratarlo y disfrutarlo en el libro ‘El Duende de Cádiz’ en el que pude juntarlo con otros 6 gaditanos geniales, como Chano Lobato, Juan Luis de Tarifa, Gabi de los Tarantos, El Yuyu, El Libi y María Calas (Libro-cd que cosechó gran éxito gracias al equipo que dirigí con Pepe Berasalaluce, Dani Aragón, Joaquín Hernández Kiki y Pepe Monforte).
Seguro que, esté donde esté Pepito, ya se ha reunido con sus amigos Beni, Masa y Peña. DEP.
