Resulta que en esto de la crisis hay que captar clientes como sea y en ello se les va la vida a los que piensan en cómo hacer ganar dinero a sus empresarios. Las ofertas, por ejemplo, son buenos captadores de clientes. Los precios bajos, los regalos al hacer tus compras o los fines de semana en Colgutitis de la Sierra al adquirir tu nuevo coche. La discoteca valenciana ha anunciado sortear, en su fiesta del 5 de diciembre, un aumento de pechos entre las asistentes. Aunque ya han prohibido tal subnormalidad. Menos mal. Supongo, porque no sé cómo se hubiese realizado el sorteo, que por tomar dos cubatas de un licor ya concertado les hubieran dado a las chicas un número de la suerte (que no de talla) que habrían de ir oteando a medida que la noche avanzara y que en el bolso iría oculto con recelo hasta que un fulano cantase el boleto que llevara la Vane o la Toñi (que ahora ninguna se llama Toñi, ¿se han fijado?). Luego (supongo también) le hubieran tomado la talla deseada y, a primeras horas de la madrugada, le endiñasen un certificado de la discoteca en cuestión para entregarlo a la clínica (posiblemente ilegal) concertada por el empresario o director de marketing. Ella, loca de contenta, y tal vez menor de edad, hubiese ocultado a sus progenitores la suerte de la rifa y una mañana, muy de temprano, se dirigiría a la clínica, se sentaría donde le indicasen y regresaría a casa con un aumento en la talla del escote. Así, sin más.
La Generalitat valenciana, que mostró su repulsa a esta iniciativa que incide en la imagen sexista de la mujer, estudió cómo frenar el concurso o sorteo, como asimismo los sindicatos CCOO y UGT le metieron mano al asunto alegando que se contradecía la ley de igualdad. No creo yo que los del sindicato se hubiesen cabreado porque a ellas les ponían más pechos y a los hombres los dejaban con una miaja de colibrí entre las piernas. Sea como fuere, lo cierto es que el desmadre de la crisis, que muchos empresarios forrados aprovechan para quitarse de encima un buen número de trabajadores, contradice la realidad de un tiempo difícil que en España, más que en ningún otro país, algunos se toman a cachondeo.
Este sorteo contribuía ciertamente a mantener un estereotipo de que las mujeres son un objeto sexual, pero también es cierto que la que hubiese estado dispuesta a pasar gratuitamente por el quirófano habría dicho que ella es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera como del mismo modo las que reivindican otro tipo de lucido exterior o interior manifiestan hacer con su institución intocable lo que les viene en gana. O, como tal ha sido el caso en muchas ocasiones, las modelos que prestan su imagen a campañas publicitarias fuera de contexto aclaran que nadie las obliga a fotografiarse para el público y que si por ello les dan una buena pasta por qué no.
Para todo hay opiniones, sino, que hagan una encuesta, ya verán cómo cientos, posiblemente miles de chicas cambiarían su aspecto de la noche a la mañana gratuitamente.
Yo, personalmente, no estoy de acuerdo ni con la campaña ni con que se realice un sorteo de ese tipo como si de una rifa de Navidad (que lo es por la víspera) en la que te engalanas una cesta de turrón y caña de lomo se tratara, pero es lo que hay. La secretaria de la mujer de CCOO, Ofelia Villa, lamentó que este tipo de actuaciones “siempre se hagan con las mujeres”, aunque manifestó que “igualmente le hubiera parecido que se sorteara un estiramiento de pene en los hombres”. Y a esto debo decir que todavía no se ha denunciado, que yo sepa, esas páginas web en las que te ofertan un aparato con el que alargar tu manguito del carburador enviando un SMS a no sé qué número. Dudo mucho que alguna asociación hubiera denunciado este sorteo a la inversa.
O lo que es peor: en España, 3.000 menores son maltratados cada año. El 68% son niñas, según Joan Mesquida, ex director de la Policía y la Guardia Civil, ¿alguien da más?