Para el partido de Rajoy esto es no sólo un escándalo escalofriante sino un problema penal y político del que nadie sabe cómo va a salir, bueno, el partido, pero sobre todo las personas que resulten responsables, empezando por el propio Aznar y por Piqué y Trillo, ministros entonces de Exteriores y Defensa, sin olvidar a Rajoy, que era vicepresidente de aquel Gobierno. ¿Se imaginan lo que pasaría si en estos momentos el problema de la crisis económica no acaparase tanto la atención de la opinión y los medios?
Aun así, el partido de la oposición se ha quedado petrificado y recurre a sus habituales argucias para intentar eclipsarse y meter a los demás en el escenario, intento absolutamente inútil, como los documentos proclaman. Lo único que me extraña es que el Gobierno de Zapatero no haya sido más diligente en la investigación desde que hace año y medio o dos años se publicaron las primeras informaciones, pues supongo que no lo haría por favorecer ni a Aznar ni a Bush.
El asunto no hay por dónde cogerlo y creo que va a ser imposible que los presuntos se vayan de rositas en el momento en que los documentos probatorios sean debidamente acreditados en sede judicial. La transparencia y la honestidad han de presidir todas las actuaciones, no sólo las judiciales, pues bastante hemos sufrido como para permitirnos andarnos ahora con disimulos o subterfugios en un asunto de tan extrema gravedad y que a todos nos debería abochornar. Supongo que Zapatero también lo entenderá así.