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Martes 05/11/2024
 

Escrito en el metro

El cazador de paisajes

Cada vez son más la personas que nunca han visto una tortuga, no conocen el olor del arrayán, el sabor de un madroño, el canto de la alondra

Acaba de estrenarse BladeRunner 2049, y no ha defraudado a pesar de ser una segunda parte. La primera de la secuela tardó en ser asimilada por la crítica y los espectadores, hasta que por fin se supo leer el pronóstico que hacía sobre el futuro de las ciudades desde el más refinado arte cinematográfico. Con el trascurso del tiempo ya es considerada como una obra de culto. Su valor se ha visto refrendado desde la óptica premonitoria que en 1982 advertía de cómo sería este siglo XXI, sobre todo por los avances de la biología y la evolución del medio ambiente global.Si Philip K. Dickse preguntaba si ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, novela que sirvió para elequilibrado guión, Ridley Scott supo enmarcarla en paisajes artificiales tan preocupantes como sublimes.

Rafael Pulido Foguer es un joven biólogo que ya ejerce como un landscapebladerunner, como un implacable cazador de paisajes para que la inédita naturaleza que nos auguran para la mitad de este siglo sea solo en un rumor. Un cazador de micropaisajes, forjado desde la más tierna infancia con las plantas de su abuela y los acuarios de su hermano, para luego recrearlos con la más depurada elegancia artística. Sus óperas primas ya exhiben composiciones perfectas de hábitats que son en sí mismo land art. Colores, formas y sonidos que te llevan a imaginar aventuras, historias y ciencia.Contemplar los microhábitats que recrea Pulido en sus plantarios, mientras se oye la banda sonora compuesta por Vangelis para tan completa película, confiere al alma la esperanza de un planeta mejor.

En una de las escenas de BladeRunner uno de los humanos sintéticos, un replicante, afirma que nunca vio una tortuga. Cada vez son más la personas que nunca han visto una tortuga, no conocen el olor del arrayán, el sabor de un madroño, el canto de la alondra o el tacto de un campo de trigo. Son replicantes de un mundo tan tecnificado que cuando vean un búho, preguntarán si es artificial. Naturalmente, le responderá Rachael, una robot cuya alma supera por su sensibilidad a la de los humanos. A ella seguro que le conmoverá el arte de la naturaleza de Pulido.

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