La celebración de las asambleas locales producidas esta semana para elegir los 335 delegados que acudirán al congreso extraordinario provincial del PSOE, 5 de junio, donde se designarán los 55 delegados que concurrirán al congreso regional, entre el 6 y 8 de julio, y los 335 delegados que se citarán en el congreso provincial ordinario, que no son exactamente los mismos que los primeros y que elegirán la ejecutiva provincial con nuevo secretario/a provincial al frente ha abierto el proceso interno orgánico del partido y, con él, una guerra silenciosa, muda, conspiratoria, traicionera, sutil y, a la vez, apasionante para el adicto que determinará quién ostente el poder los próximos años en la provincia y con él determine cuestiones tan básicas como la confección de listas para todos los comicios que se avecinan y quiénes serán los que ocupen cargos aquí o allá. Mucho en juego. Y todos lo saben. Por eso hoy se mueven para tomar posición ante esos congresos donde se votará el reparto de poder y lo hacen como suele hacerlo el político cuando nadie le ve, o cuando cree que nadie le ve.
Unos, otros y los de en medio. A las asambleas locales han concurrido dos listas, al menos donde no ha habido consenso o cuota, que representan al sector de Griñán, de un lado, y al de Luis Pizarro, ambos padres de esta guerra. Al margen de resultados finales donde ambos se dan por victoriosos, faltaría más, hay que tener en cuenta los infiltrados que unos u otros tienen en las filas de enfrente y que por cuestiones personales a nivel local pueden estar en una lista hoy y votar lo contrario mañana. Hay más infiltrados de unos que de otros, se intuye.
Si el congreso extraordinario provincial es más de trámite, el regional será el de aclamación, seguramente no por unanimidad, de Pepe Griñán como referente del socialismo andaluz, el polémico será el ordinario donde deberá designarse una secretaría provincial para la cual hay indicios pero no candidatos confirmados. Luis Pizarro baraja desde Arsenio Cordero, ex alcalde de Alcalá, Gema Araujo, alcaldesa de La Línea, o Rafael Quirós, alcalde de Barbate, pero cuentas hechas y sin el poder en la mano hoy de la institución sabe que es difícil convencer a tantos para alzar a solas su propuesta y por eso mide y capta intenciones de los que están en medio, que siempre los hubo, siempre los habrá y con ellos siempre se ganaron los congresos.
La otra corriente la maneja Pepe Griñán y Susana Díaz, que aún siendo igual no viene siendo lo mismo, a veces ni parecido. Para Griñán, que en Granada ha taponado la preferencia de Díaz imponiendo a su candidata y dejando mensajes como “quiero a más mujeres en secretarías provinciales”, su candidata en Cádiz es Irene García, alcaldesa de Sanlúcar y hoy portavoz en Diputación, porque ve en ella vitalidad, renovación y concentración de discurso para ese PSOE más abierto al ciudadano que persigue, si bien el presidente se moja lo justo públicamente porque la pelea orgánica le desagrada y eso siembra dudas que alimentan a otros, entre ellos a los de en medio.
¿Quiénes son? Considerados “viejos renovadores”, hoy su epicentro está en Chiclana, de hecho allí plantearon una lista alternativa en su asamblea local dos corrientes que en principio nacen del mismo cauce, una encabeza por José María Román, ex alcalde, y la otra por Jiménez Barrios, que se alzó con el 45 por ciento del apoyo de la asamblea y es de suponer que ahí estuvo incluido el pizarrismo local, que aprieta donde sabe que puede desestabilizar haciendo valer los estatutos no escritos de una guerra conspiratoria política que, sin acritud sea dicho, inventaron. Con Jiménez Barrios, a priori cercano a Griñán y a quien el presidente hace unos días insinuó que se apartara de esta batalla pero o no le entendió o no quiso hacerlo o, no lo descarten, el primero se explicó mal, están los que desde siempre se han situado en medio, la tercera vía, acunada por Pepe Blanco y cuyo origen está en la Janda y que gracias a esa posición intermedia siempre sacó buen partido en muchos procesos trascendentes como cuando apoyaron a Rafael Román –con impaciencia se espera lo que de todo esto cuente en su inminente libro- contra Luis Pizarro y lograron la secretaría general para Cabaña o, más tarde, la consejería de Medio Ambiente para Blanco o la secretaría general de Deportes para Jiménez Barrios. Su brazo ejecutor es Juan Cornejo, hoy apoyado por Susana Díaz -de hecho le nombró para presidir la gestora en Jaén-, que además ejecuta vía López Gil, que viene a ser como ese perejil que está en todas las salsas y que hoy se decanta por Barrios porque ahí su persona luce más que si el referente es la alcaldesa de Sanlúcar y que no corta cuando ahora en privado junta a Barrios y renovación en la misma frase -¿?-.
Esta tercera vía tiene muy poco apoyo directo de las bases y, por tanto, vienen a ser como ese partido minoritario que le puede dar la mayoría de gobierno a uno u a otro y, en consecuencia, la negocian para, nunca mejor dicho, colocarse. Porque, conste, los renovadores de base nos les ven, para nada, como referente de futuro y de hecho defienden soltar ataduras e ir al congreso “a pelo”, lo cual es tan romántico como suicida. ¿Menacho? De perfil, situado en puerto -¿de Cádiz?- en espera de la corriente buena para desplegar velas, aunque sabe que si ese viento llegara de Alcalá esta vez no hay viraje posible.
En esta guerra sucia, además, cabe todo, a Pilar Sánchez, que precisamente no hace virtud de su capacidad para visualizar el futuro, le publican un auto de procesamiento a través de un diario amigo el día de la asamblea local; a Irene García le cuelan militantes a tropel sin que pasen por la agrupación local y que son familiares de Valencia, la chica de Cabaña, e incluso defenestrados de otras formaciones para desestabilizar Sanlúcar y la atacan vía confidencial con temas salariales en una puesta en escena que refleja cómo, políticamente, se mata a un conejo nada más asome la cabeza de la madriguera. Lo he dicho antes, el relato de hoy es solo para muy adictos.
La clave, resumo, está en Griñán y en si actuará como lo hizo Chaves muchas veces en la teoría de “dejaz que se maten y quien gane será mío” o, sabedor de que Luis Pizarro y los suyos nunca beberán de su copa, acotará a su tropa, incluida Susana Díaz, en defensa de una única candidatura dándole salida a los de en medio o apostando por éstos. Curioso, por cierto, es que Pizarro diga ahora a todos que Barrios no sabía nada de la maniobra golpe de estado para cambiar portavoz en Diputación para dejarle limpio de esa trama en claro acercamiento hacia él cuando hasta las dos señoras que te pillan el nombre en la puerta de Diputación, libreta en mano porque la tecnología no ha llegado ahí, saben que el bueno de Jiménez Barrios conocía y apoyaba hora, sitio, momento y firmantes en que por registro entraría el cambio de portavoz.
Y mientras tanto, me imagino el encaje de cejas que ante todo esto debe poner Antonio Fernández, de quien me cuentan muy cercanos está “entero, leyendo, escuchando, escribiendo y, sobre todo, pensando mucho…”. Y me da el pálpito que Alaya le ha metido una fianza civil de 807 millones y ha dictado prisión contra él no por riesgo de fuga sino precisamente para eso, para que se lo piense bien. Y miedo a muchos debe dar que lo haga y de lo que de su pensamiento decida, imagino.
La salamandra. El PSOE viene a ser como este animal al que se le supone la rara cualidad de resistir la caricia del fuego, e incluso la leyenda le otorga la valentía de ver en la llamas a un enemigo al que sabe cómo derrotar. Es por esta razón que su imagen decora escudos mitológicos donde siempre aparece este anfibio envuelto en ardientes brasas; su otra cualidad es, según especie, su capacidad innata para regenerar colas, patas, mandíbulas, riñones e, incluso, trozos de corazón…
El PP, muy rociero estos días, camina feliz disfrutando de los destrozos sufridos en su anfibio oponente por el drama social acumulado y sus consecuencias en urnas y tal vez no tenga en cuenta la capacidad regenerativa de un partido que, como el citado animalito, se alimenta del fuego y es capaz de reponer órganos a ritmo de vértigo para, presto, continuar con su depredador instinto.