El Real Madrid se dio un paseo por el Coliseum Alfonso Pérez, donde ganó con comodidad 0-3 a un preocupante Getafe, que suma nueve encuentros consecutivos sin ganar y sirvió en bandeja una victoria al cuadro madridista que le permite mantener el pulso por la Liga con Atlético y Barcelona.
El bloque de Carlo Ancelotti se encontró enfrente a un rival casi muerto, sentenciado y con las ideas agotadas. Un cadáver de equipo que ha pasado de soñar con Europa a mirar al descenso cara a cara. Antes del inicio del choque, el Getafe sumaba ocho partidos seguidos sin ganar. Después, sumó uno más para igualar la marca de Míchel, que en el curso 2010/11 dirigió al cuadro del sur de Madrid hacia esa cifra, la peor nunca vista por la entidad que preside Ángel Torres.
Por el juego que ha mostrado en muchos de esos encuentros en los que no ha sumado de tres en tres, el Getafe sólo podía apelar a partidos históricos en los que acorraló al Real Madrid. Pero esos días de vino y rosas, en los que los blancos las pasaban canutas por el Coliseum, ya eran pasto de la memoria.
Casi andando, los hombres de Ancelotti se llevaron tres puntos muy fáciles. No hubo rival. Se notó desde el primer instante, cuando el árbitro abrió el choque con su silbato. Los jugadores del Getafe apenas mordían. Modric, acostumbrado a oxigenar a su equipo con escandalosas carreras, no necesitó vaciarse. El croata vivió su partido más feliz en Getafe.
Tal vez ayudó el primer gol de los blancos, obra, como no, de Jesé Rodríguez, que no para de aumentar sus cifras en su primer año en el primer equipo. Con el de hoy, ya son cinco tantos los que adornan sus estadísticas personales. Y no fue nada malo. En el minuto cuatro se plantó delante de Miguel Ángel Moyá y cruzó la pelota con la categoría y clase que le caracteriza.
Fue la sentencia para el Getafe, que apenas pudo intimidar al Real Madrid en el primer acto durante casi cinco minutos. En ellos, Pedro León sacó un córner que salvó con algún problema Diego López y Adrián Colunga casi aprovechó un error de Pepe que el central portugués se encargó de enmendar.
Entonces apareció Karim Benzema para acabar con cualquier conato de resurrección. Jesé, de nuevo Jesé, comandó un contragolpe con una galopada inmensa que acabó con el balón en los pies de Ángel Di María. El argentino puso un centro magnífico al francés, que, tras parar la pelota con el pecho dentro del área pequeña, batió a Moyá con un cómodo disparo.
El Madrid no necesitó mucho para irse al descanso con dos goles de ventaja y tampoco se esforzó mucho más para mantener la inercia ganadora en la segunda parte. En ella, ni los problemas que puede tener Luis García para mantenerse en el cargo, ni la voluntad por acabar con una racha desastrosa de resultados, animaron al Getafe a poner algo más de picante al asunto.
Tal vez pesó toda esa presión o tal vez las seis bajas que tenía el equipo de Luis García. La defensa, mermada, con el canterano Carlos Vigaray (de los mejores de su equipo) en el once titular, no ayudaba para nada al conjunto azulón. Pero tal vez faltó actitud, más intensidad y ganas, tres factores importantísimos para doblegar a uno de los equipos más en forma de Europa.
Ajeno a todos estos debates estaba Luka Modric, que en su día más placido hizo su primer gol en la Liga. Tranquilamente, con un remate desde fuera del área, como sus seis goles oficiales que ha hecho desde que llegó al club, batió a Moyá para hacer el tercero. Su acierto provocó algún pañuelo en el Coliseum y gritos de bastantes aficionados pidiendo la cabeza de Luis García que se repitieron en el minuto 88.
Aparte de eso, no hubo muchas más historias. Desde el inicio estaba todo sentenciado. Sólo quedaba esperar el final para certificar tres puntos blancos que sirven para mantener el pulso con los otros dos de arriba. Atlético, Real Madrid y Barcelona siguen mandando con los mismos puntos. La Liga sigue igual. Por Getafe, la vida sigue igual. Nada sale bien por el Coliseum.