Luis Collado, director de Google Noticias España, terminaba ayer una conferencia en Sevilla sobre sinergias digitales en el mundo de la comunicación analizando la evolución que ha tenido la relación entre el hombre y el caballo. Decía Luis que si en un principio el hombre necesitaba del animal porque se trasladaba en él, el caballo luego se hizo de vapor para convertirse en coche y que hoy día hombre y caballo solo comparten momentos de ocio. Este bello animal no ha desaparecido de nuestras vidas, pero se ha convertido en un elemento de lujo y esta comparación la trasladaba a la irrupción de internet, de la información gratuita, al constatable hecho de que los ciudadanos cada día están menos por la labor de pagar para informarse y a las consecuencias de todo ello para el futuro de la prensa escrita. El mundo evoluciona, lo hace rápido y debemos ser conscientes y estar preparados para los cambios que inevitablemente se avecinan en todos los campos.
Pero no solo en el mundo de la comunicación, la globalización afecta a la economía y a un modelo de negocio en general que necesita adaptarse a los nuevos tiempos. El Corte Inglés, en internet, decía, es una tienda más, pierde el privilegio de sus fastuosos edificios y cualquiera, con precio y producto, puede hacerle una digna competencia. Internet nos hace a todos iguales y un simple blog bien hecho puede tener en la red tanta capacidad de influencia como una redacción de quinientos periodistas y si el bloguero es inteligente seguro que es capaz de tener una cuenta de resultados mejor que la de los grandes grupos de comunicación, que a día de hoy suele ser negativa.
Pensaba yo en todo esto y me asaltaba el comentario reciente del ministro José Blanco cuestionando el modelo administrativo y la necesidad de mantener las diputaciones provinciales y, claro, puesto en la brecha uno se pregunta también por las mancomunidades, los grupos de desarrollo, las delegaciones provinciales, las miles de empresas públicas y sigue, sigue, sigue…
Cuando el césped se corta, el nuevo crece más fuerte y por eso creo que esta crisis, dentro de lo malo y del sufrimiento que desgraciadamente genera, nos vendrá bien si sabemos resetear el disco duro, darnos cuenta de que el maná no cae del cielo y de que no podemos vivir dentro de un modelo funcionarial y/o subvencionado donde de la producción de tres se alimentan quince. Y si aceptamos como lógico castigar la productividad con una mayor carga de impuestos por una cuestión de solidaridad, también es tiempo de fiscalizar, censurar y ser inflexibles con la baja productividad por razones igualmente solidarias.
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