No cabe duda de que el de Torremolinos, instalado en el hall del Ayuntamiento, es uno de los belenes artísticos tradicionales más destacados y originales de toda Andalucía. La Asociación de belenistas de Torremolinos ha realizado un excelente y concienzudo trabajo, apegado lo más fielmente posible a los relatos bíblicos de los evangelistas Mateo y Lucas. Estimamos que también con sobresaliente fidelidad y naturalidad reproduce las escenas bucólicas y en general la cotidiana actividad de las gentes de aquella aldea de Belén congelada en el recuerdo y en el tiempo.
Indiscutiblemente, el belén municipal de Torremolinos es una genuina obra de arte. No es un nacimiento estático. Las muchas figuras dotadas de movimiento autónomo le confieren gracia y dinamismo. Manantial, río y fuentes son reales, con las aguas en continua circulación. Incluso el estanque ofrece una espectacular variedad de peces vivos. Cerca del establo del nacimiento se observa una graciosa oquedad acristalada con pájaros revoloteando en su interior. Todo el belén es una viva estampa, con pastores, agricultores, panaderos, herreros, carpinteros, lavanderas… y en general, hombres, mujeres y niños, e incluso animales, moviéndose de acá para allá. La reproducción urbanística del pueblo hebreo, en lo alto, ofrece una visión pasmosamente real, con las casas alumbradas en su interior.
El de Torremolinos difiere considerablemente de otros belenes en que recrea los acontecimientos previos y posteriores al nacimiento del Niño Jesús, además del propio nacimiento. Así, destacan las escenas de la Anunciación del ángel Gabriel a María, la visita de ésta a su pariente Isabel, la boda de José y María (si bien en el evangelio se da por entendida), el empadronamiento en Belén, la petición de posada, el nacimiento del Niño Jesús, el anuncio del ángel a los pastores, la visita de los pastores al recién nacido, la visita de los magos (aunque en realidad el evangelio lo sitúa unos dos años después en una casa), la presentación del Niño en el templo, la matanza de los niños decretada por Herodes y la huída de la familia a Egipto.
El cobertizo que hace las veces de portal no puede ser más sencillo. Aquí se ha resuelto ingeniosamente el tipo de habitáculo, que en la mayoría de los belenes se presenta como un establo cerrado o como una cueva. El evangelio no especifica las características del recinto que protagonizó el célebre acontecimiento. Si había un pesebre o cajón para dar de comer a los animales dentro del perímetro natal, es lógico suponer que fuera un establo. En el belén de Torremolinos, el cobertizo del nacimiento recoge, por supuesto, la típica escena de José, María y el recién nacido acostado sobre el heno, con solo un pañal a la cintura como única prenda, aunque el relato señala que María “lo envolvió en pañales”. Sea como fuere, la escena del Niño semidesnudo sugiere que el nacimiento no tuvo lugar en invierno. La propia escenificación del belén artístico también lo sugiere al no estar nevada la aldea y al realizar los agricultores y pastores faenas que no son propias del invierno. A un lado del recién nacido y sus padres rumia un buey y un jumento se posiciona erguido junto a él. Aunque el evangelio no lo indica, cabe entender que el asno es propiedad del matrimonio formado por María y José, y se trataría de la montura sobre la que ella ha cabalgado desde Galilea, en tanto que él ha recorrido a pie los ciento y pico kilómetros que separan Nazaret de Belén.
Nota insólita, sobre el “portalico” del belén de Torremolinos canta un gallo. Es de suponer que, al igual que los ángeles que muy cerca anuncian el nacimiento a unos pastores, el gallo pregona lo mismo, pero a su estilo. De hecho, una antigua leyenda dice que sobre el techado del hipotético establo donde nació Jesús había un gallo encaramado, el cual pregonó la noticia a los cuatro vientos. La tradición asegura que el Niño Jesús nació de noche; sin embargo, el evangelio no especifica la hora del natalicio. No obstante, las reproducciones belenísticas en general escenifican simultáneamente tanto el día como la noche.
Otra curiosidad que se observa en el belén municipal de Torremolinos es la ausencia de la estrella que guió a los magos hasta el palacio de Herodes, y después hasta la casa donde el niño, de unos dos años, residía con sus padres. La opinión popular que prevalece es que los magos eran reyes, si bien el evangelio de Mateo no señala que fueran de la realeza, aunque sí los evangelios apócrifos y la tradición. La opinión pública ubica la visita de los pastores y la de los magos en el mismo lugar donde nació el Niño Jesús, habiendo transcurrido un breve lapso entre ambas. No obstante, del evangelio se desprende que el niño ya tenía unos dos años de edad cuando lo visitaron los magos en la casa donde vivía con sus padres, no en un establo. De otro modo Herodes no hubiera decretado que se diera muerte a todos los niños “de dos años para abajo”.
Pero el detalle más curioso y original de este belén municipal es el molino harinero anexo a una réplica de la torre de Pimentel de Torremolinos. Aquí bien enlaza Torremolinos con el antiguo pueblo de Belén, ya que, al igual que Torremolinos, que fue en sus tiempos el rey de los molinos que tantos beneficios rindió al monarca de Granada, Belén de Judea hubo de tener en los viejos tiempos algún tipo de molino harinero, pues la propia palabra “belén” significa “casa de pan”, y en aquel Belén se molía la harina y se fabricaba el pan que se consumía hasta en la propia capital de Judea, Jerusalén. Sí, el artístico belén municipal de Torremolinos, ya tradición del pueblo, se hace todos los años príncipe de la elocuencia navideña.