El Vado del Quema es para las hermandades rocieras que transitan por el camino de Sevilla hacia la aldea de El Rocío un lugar singular en el que la mezcla de emociones, sentimientos y vivencias que supone el participar en la romería se enfatiza, especialmente para los nuevos romeros.
Situado en la localidad sevillana de Aznalcázar, es por este punto por el que caballos, peregrinos, carros y los simpecados de un total de 55 hermandades cruzan el río Guadiamar, adentrándose en territorio rociero.
Y es que podría decirse que estas filiales sienten que con el cruce por el Vado del Quema el ansiado encuentro con la imagen que veneran y a la que profesan su fe, la Virgen del Rocío, está ya más cerca que lejos.
Es esta particularidad la que hace que el paso por este lugar suponga uno de los momentos más esperados por todos los romeros que año tras año acompañan a las hermandades en su peregrinación a la aldea y, de los más especiales para aquellos que por primera vez hacen el camino, mucho de los cuales, son protagonistas del "bautizo rociero", una de las experiencias más emotivas de las que se viven en ese vado.
La carreta del Simpecado se va acercando y con ella los romeros, a pie, a caballo o carro, se sitúa sobre el Guadiamar cuyas aguas sirven para bañar a los nuevos romeros que reciben nombres alusivos al sentimiento rociero y al entorno que rodea esta romería.
Unos instantes en los que la ilusión, la emoción, tornada muchas veces en lágrimas, y la alegría por que sean más los que renazcan a la vida rociera se mezcla con la nostalgia, con los recuerdos de los que ya no están o este año no han podido hacer el camino.
Una vivencia de sentimientos a flor de piel que se incrementa con sensaciones sonoras, la de la flauta y el tamboril, la de los cantes por sevillanas y rumbas que al ritmo de palmas y guitarras se hacen plegaria y ansío de estar, cuanto antes, cerca de la Virgen del Rocío.
Fue la Hermandad de Málaga la que, como cada año, el martes previo a Pentecostés, despertaba la alegría del Guadiamar que volvía a llenarse del colorido y sonido que caracteriza a esta peregrinación.
Hasta el día de hoy habían sido 45 las filiales que han pasado por este lugar para enfilar la localidad de Villamanrique de la Condesa (Sevilla) y adentrarse en tierras onubenses para alcanzar El Rocío, y en esta jornada lo hacen las 10 últimas.
Ha abierto la jornada la hermandad de Triana, de la capital Sevilla, punto de origen desde el que también cruzan hoy Sevilla, Sevilla Sur y El Cerro del Águila; junto a ellas serán Cabezas de San Juan, Villanueva del Ariscal, Écija, Osuna, Puente Genil y Los Palacios y Villafranca los que discurran por este singular punto rociero.
Atrás quedarán cuatro días de caminos, cuatro días de vivencias, de convivencia y hermandad, cuatro días de rocío para el Vado del Quema, para muchos rocieros un emblema, una insignia, un lugar ansiado y esperado, un punto neurálgico del sentir y la devoción por la 'Blanca Paloma' en la provincia de Sevilla.
Esta tarde las aguas del Guadiamar comenzarán ya a anhelar la próxima romería para, otra vez, convertirse en testigo tanto de la fe de años, que profesan a la Virgen los rocieros de siempre, como de la que continúa naciendo, reflejada en los nuevos romeros, y que explosionará una vez ya en la aldea del Rocío, cuando lleguen a la planta del Santuario de la Virgen del Rocío y, un año más, vuelvan a tenerla en frente para hacerla partícipe de sus rezos y plegarias.