Hace unos días se publicaba en la revista Cartare, editada por el Centro de estudios de la Costa Noroeste de Cádiz, el primer catálogo de las obras del pintor Antonio Borrego ( 1660-1760). Dicho trabajo surgió a colación del artículo publicado por los doctores Antonio Romero Dorado, José Manuel Moreno Arana y el fotógrafo Oscar Franco “Antonio Borrego (1660-1746) perfilando la figura de un pintor desconocido” en la revista Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada.
En la edición del catálogo de Antonio Borrego, los autores mencionados, han podido documentar y atribuir 115 obras entre lienzos y frescos que se encontrarían principalmente en Sanlúcar y los pueblos limítrofes. Para Romero Dorado y Moreno Arana, rescatar y documentar la obra de Borrego es fundamental para entender la historia del arte en Sanlúcar. Dicho artista nació en Antequera en 1660 trasladándose a Sevilla en 1669, donde aprendió el oficio. Así con 19 años contraería matrimonio con Ana María de Baeza con la que tendría un hijo bautizado con el nombre Blas Antonio. Posiblemente como consecuencia de la dura competencia ejercida por los artistas de Sevilla, el matrimonio decidió trasladarse a Sanlúcar, donde la gran cantidad de conventos pronosticaban unas mejores perspectivas laborales. De esta manera, la familia Borrego se estableció en la ciudad sanluqueña gozando su trabajo de alta consideración como demuestra su amplio catálogo de obras.
La pintura de Jesús Nazareno.
Como atribuyen con buen acierto los doctores Romero Dorado y Moreno Arana, en el coro bajo del convento de monjas franciscanas de Regina Coeli de Sanlúcar, se conservaría la primera representación conocida de la popular imagen de Jesús Nazareno, titular de la antiquísima Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz en Jerusalén, Nuestra Señora de la Amargura y San Juan Evangelista. La cofradía de la cual se tienen noticias desde principios del siglo XVII, tendría su sede en el desaparecido convento de San Agustín, encontrándose la imagen del señor en el interior de un camarín de donde salía en procesión todos los viernes santos a las cinco de la mañana.
La pintura conservada en el convento de Regina, muestra al Nazareno con su cruz tradicional de carey y con las inconfundibles potencias en forma de flor de lis. De igual manera, la postura y el giro de la cabeza hacen fácilmente reconocible a la escultura, aunque los rasgos faciales no sean similares. El lienzo, que entraría dentro de la tipología de trampantojo a lo divino, reproduce la hornacina donde se ubicaba en el convento agustino. La obra saldría del taller de Antonio Borrego y podría datarse en el primer tercio del siglo XVIII, y no es difícil imaginar que su origen se debió al gran fervor que gozó la imagen. En consecuencia, la identificación de esta pintura nos ayuda a entender mejor la importancia que ha tenido la Hermandad a lo largo de la historia.