Un religioso para pregonar la Navidad. Un religioso que sabe mucho de lo que no es Navidad en muchos barrios humildes en los que los jóvenes optan por el trabajo descarnado por por la vida fácil de las drogas. Lugares en los que es difícil pregonar el nacimiento de un Dios en el que esos jóvenes no tienen tiempo de creer o no quieren creer.
Un religioso que al final de su discurso encuentra un motivo para pregonar la Navidad y para justificar hasta las cabalgatas de Reyes que antes las veía vacías y que los ojos de un niño, la ilusión de sus ojos, cambia la percepción que se tiene de cosas materiales viendo en el niño al propio Dios que se pregonaba en el Real Teatro de las Cortes.
Siguiendo el significado de las ofrendas de los Reyes Magos a Niño Jesús en el portal de Belén, el sacerdote Silvio Miguel Bueno Marín, de la congregación de los Sagrados Corazones, hilvanó un discurso de esperanza ante un mundo duro para muchos, equivocado para otros e ilusionante para quien quiera ver en el misterio del nacimiento de Jesús un motivo para aceptar una vida plena.
Lo había dicho al inicio el presentador del pregonero, Juan Manuel García-Cubillana de la Cruz, que el pregón del padre Silvio no dejaría indiferente a nadie. Y a buen seguro que no dejó a nadie indiferente en un ejercicio de teología al alcance de todos y de profundidad ofrecida con mano dulce a los oídos de la concurrencia.
Se trataba del vigésimosexto pregón de Navidad de la Academia que junto con el Ayuntamiento es el Pregón de Navidad de la ciudad y que este año no tuvo concierto final por las medidas anticovid.
Pero el grupo
Sexta Vocal se encargó de poner música a la palabra en momentos puntuales creando un concierto en el que la voz hablada y la voz cantada fueron uno único mensaje para iniciar unas fiestas que se esperan más cercanas que en 2020.
El presidente de la Academia, José Enrique de Benito y la alcaldesa, Patricia Cavada, ofrecieron un obsequio y unas palabras al pregonero y al sexteto de voces que llenó de gloria el Real Teatro de las Cortes.
