China, Vietnam,Corea del Norte, Cuba, Arabia Saudí, Qatar,Congo,Venezuela, Somalia, Libia, Bielorrusia, Siria, Irán…y hasta 32 países viven bajo una dictadura. Otros tantos Estados como Marruecos, Turquía, Rusia, Mauritania, Egipto y media África o las nuevas repúblicas desgajadas en Asia de la antigua Unión Soviética son regímenes autoritarios, donde la separación de poderes o las libertades tanto públicas como individuales no son plenamente respetadas. Afortunadamente España está en todas las listas de democracia plena, en un grupo de 23 Estados, y con una puntuación muy elevada, sólo superada por algunos países nórdicos, muchos de ellos monarquías parlamentarias, como Suecia, Noruega y Dinamarca, el Reino Unido, Nueva Zelanda, Canadá y repúblicas como la República Federal Alemana, Austria, Finlandia, Suiza o Islandia.
El criterio de Karl Popper es el más sencillo de entender. Las democracias son los regímenes en que son posibles los cambios de gobierno sin derramamiento de sangre. Así de fácil. ¿Es posible eso en Cuba, Corea del Norte, Arabia Saudí o China? Evidentemente no. Las dictaduras se defienden con sangre porque en el centro de sus preocupaciones no están las personas sino la detentación del poder por la minoría que está al mando.
El otro problema es cuál debería ser la actitud de los Estados democráticos con las dictaduras que menosprecian los derechos humanos. El 50% de la humanidad vive bajo Estados que no son democracias ¿Se cortan las relaciones comerciales, diplomáticas, sociales y políticas con la mitad de la población mundial? Evidentemente no. Por eso se aplican las declaraciones de principios y las recomendaciones de las democracias hacia los regímenes autoritarios y, a veces, se aplican sanciones -por motivos políticos-, pero raramente se cortan todos los contactos e intercambios económicos.
España tiene relaciones con todos los países del mundo y defiende sus intereses en todos. Por eso construye corbetas para Arabia Saudí y sus empresas tienen una red hotelera destacada en Cuba, relaciones comerciales excelentes con China, es el inversor principal, con Francia, en Marruecos e importa el gas de Argelia.
Se suele llamar “realpolitik” -política realista- a este comportamiento. Se mira por los intereses del propio Estado, sin abandonar los ideales y la solidaridad internacional que impregnan los principios constitucionales que establecen “Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra”.