Hace poco más de un año, el Ayuntamiento de Ronda implantó el Plan Municipal contra el acoso escolar. El acoso escolar o “bullying”, es un asedio físico o psicológico que sufre un niño, adolescente o joven de su grupo de pares cercano. El delegado de educación explicó que a este proyecto se habían sumado los cuerpos de policía local y nacional de la ciudad y los centros educativos. Su objetivo principal, es prevenir y erradicar tanto el acoso presencial como el virtual, conocido como "ciberacoso".
Para tratar de acabar con esta lacra social se han tomado una serie de medidas para motivar a los jóvenes a que sean ellos los que denuncien este tipo de violencia en cuanto la detecten y medien entre la víctima y los victimarios. El Plan Municipal está dirigido a los alumnos, padres y profesorado de los centros. Por otro lado, la delegación de educación está ofreciendo un taller de “prevención del acoso y otras formas de violencia escolar”. Las AMPAS, están liderando y apoyando el taller “Ni príncipes azules ni rosas princesas. Relaciones saludables en el amor”. Por último, la policía local del municipio está desarrollando el programa “agente tutor” con el que pretende estrechar la relación con los centros educativos para prevenir la violencia, de cualquier clase, en las aulas rondeñas.
En el mundo criminológico, existe una teoría llamada “del etiquetamiento” (Becker, 1960), en la que el victimario, la persona que inflige daño físico o psicológico a la víctima, sufre la presión de la sociedad una vez realizadas esas acciones y acaba siendo estigmatizado o marcado. Esa marca, será un peso que deberá cargar sobre sus hombros y como si de una sombra se tratase, le acompañará durante mucho tiempo. Las consecuencias de ello es que, muy probablemente, llegará a ser un delincuente común o quien sabe si algo más. En cuanto a la víctima, nos imaginamos que es un joven o niño, en todo caso menor, acosado física o psicológicamente por una o varias personas. Posiblemente, tendrá que cambiar de colegio e incluso, en ocasiones, de barrio para evitar tener que encontrarse con sus agresores con frecuencia, con las secuelas psicológicas que ello conlleva. El infante también llevará su etiqueta, de víctima, durante un buen tiempo.
En algunas ocasiones, después del cambio de colegio, ha sucedido que ha vuelto a sufrir “bullying” en el nuevo centro escolar. Con este ejemplo, podemos observar que los menores son vulnerables y que si no hacemos algo para frenar esta lacra, la del abuso escolar, cada vez habrá más niños, adolescentes o jóvenes estigmatizados y más sujetos que estigmaticen a otros inocentes por su falta de impunidad. Es labor de la Administración, que se implanten medidas como las que se han establecido en la ciudad de Ronda, para que nuestras próximas generaciones ni siquiera conozcan este vocablo tan destructivo.