El arte del grafitti y el cuidado de la ciudad no son incompatibles
Los jóvenes parecen estar concienciados de la diferencia entre vandalismo y arte callejero pero no todos los adultos comparten este sentimiento
Quién ha dicho que la cultura callejera de pintar, o el arte del grafitti, y el cuidado del entorno, del mobiliario urbano e incluso del medio ambiente son cuestiones reñidas? Pues bien, Nexojoven, gracias a la actividad central del programa del Mes de la Juventud, en colaboración con el Instituto Andaluz de la Juventud, ha demostrado que no es incompatible.
Ayer se llevó a cabo la actividad final, el culmen de un mes de trabajo en los institutos de la ciudad con un experto en materia de pintura callejera. Chavales de Chipiona, Jerez, Zaragoza y El Puerto y de la entidad Cepa de Cádiz se dieron cita en el muro del parque de La Florida, frente a la rotonda de Sudamérica, para repintar estas paredes, como bien informa David Otero, mediador de Nexojoven, “porque pretendemos dar una continuidad a la actividad comenzada el año pasado y para que exista un espacio donde los chavales puedan pintar”.
Desde las diez de la mañana y hasta que cayó la claridad y el poco sol que ayer se vislumbró por la ciudad estuvieron redefiniendo sus primeros bocetos, en parte de super héroes, la temática elegida, y otros de aquellos dibujos que mejor se les da pintar. Volvieron a definir un espacio dedicado para jóvenes, pero pretendiendo que sean también los mayores los que se acerquen a estos actos, a estos parques para disfrutar de ellos y sobre todo, que entiendan el por qué de pintar en la calle, ya que es un medio de expresión como quien coge su pluma para escribir en un diario, anota sus vivencias en un blog o hace unos trazos en un álbum de dibujo.
La participación de artistas ha crecido con respecto al año anterior, pero en cambio la de público no, quizás y en parte por la climatología. Pero no importa, puesto que el público asistente pudo ver y contemplar el espacio de dibujo de estos artistas del spray. La actividad sirvió, como indica el organizador de la misma, para “dar un hueco a la gente a la que le gusta pintar y no tiene posibilidad de hacerlo”, y es que, por raro que parezca, El Puerto está atrasado en la concienciación colectiva del fundamento del grafitti pero hay otras ciudades donde se dan pasos hacia atrás en este aspecto, y la represión es mucho mayor. Cierto es que haría falta que la administración local aportara mayor cantidad de muros, pero si miramos hacia atrás, ya son varios los espacios que se han conseguido impregnar de la esencia de los grafittis.
Por supuesto, esta actividad persigue, como explica su organizador, “hacer ver a la gente que no es vandalismo, como lo califica todo el mundo”, un aspecto que también an dejado claro en los institutos por los que han pasado. Se ha pretendido hacer llegar a los jóvenes un tipo de ocio alternativo, potenciando la cultura del hip hop (también un par de chavales estuvieron pinchando temas durante toda la mañana para amenizar la jornada), tan enraizada en una gran parte de la población juvenil de la ciudad, además de transmitir otro tipo de valores como el cuidado al medio ambiente, el respeto por el mobiliario urbano y la voluntariedad de los propios jóvenes para realizar actividades que sin su esfuerzo y su ayuda estarían abocadas al fracaso, como indica Nexojoven en una nota de prensa.
El muralista que ha dado las charlas a los chavales ha pretendido distinguir las diferencias existentes entre la violencia callejera y sobre el mobiliario urbano y la calidad de una pintura bien hecha. Como no podía ser de otra manera, la acogida ha sido bastante buena.
Que la administración es la primera que debe dar ejemplo ha quedado patente en una jornada como la de ayer, puesto que “parece que nos dan un muro para que pintemos y mientras nos tienen callados”, indican algunos participantes, pero consideran que hay que asumir que el arte del grafitti está asumido en otras muchas culturas, y que en El Puerto también debe verse como algo natural, como una expresión más del arte, puesto que los muralistas son artistas como otro cualquiera, pero en vez de evocar a su musa para fijar su mirada en un lienzo lo hacen frente a una pared, o el vagón de un tren, la salida del metro, el muro de una plaza, la puerta de un garaje o un establecimiento, y en todo aquel lugar que se presta para llevar impreso el sentimiento de un grafittero. Pero aún queda mucho por aprender y respetar.
Ayer se llevó a cabo la actividad final, el culmen de un mes de trabajo en los institutos de la ciudad con un experto en materia de pintura callejera. Chavales de Chipiona, Jerez, Zaragoza y El Puerto y de la entidad Cepa de Cádiz se dieron cita en el muro del parque de La Florida, frente a la rotonda de Sudamérica, para repintar estas paredes, como bien informa David Otero, mediador de Nexojoven, “porque pretendemos dar una continuidad a la actividad comenzada el año pasado y para que exista un espacio donde los chavales puedan pintar”.
Desde las diez de la mañana y hasta que cayó la claridad y el poco sol que ayer se vislumbró por la ciudad estuvieron redefiniendo sus primeros bocetos, en parte de super héroes, la temática elegida, y otros de aquellos dibujos que mejor se les da pintar. Volvieron a definir un espacio dedicado para jóvenes, pero pretendiendo que sean también los mayores los que se acerquen a estos actos, a estos parques para disfrutar de ellos y sobre todo, que entiendan el por qué de pintar en la calle, ya que es un medio de expresión como quien coge su pluma para escribir en un diario, anota sus vivencias en un blog o hace unos trazos en un álbum de dibujo.
La participación de artistas ha crecido con respecto al año anterior, pero en cambio la de público no, quizás y en parte por la climatología. Pero no importa, puesto que el público asistente pudo ver y contemplar el espacio de dibujo de estos artistas del spray. La actividad sirvió, como indica el organizador de la misma, para “dar un hueco a la gente a la que le gusta pintar y no tiene posibilidad de hacerlo”, y es que, por raro que parezca, El Puerto está atrasado en la concienciación colectiva del fundamento del grafitti pero hay otras ciudades donde se dan pasos hacia atrás en este aspecto, y la represión es mucho mayor. Cierto es que haría falta que la administración local aportara mayor cantidad de muros, pero si miramos hacia atrás, ya son varios los espacios que se han conseguido impregnar de la esencia de los grafittis.
Por supuesto, esta actividad persigue, como explica su organizador, “hacer ver a la gente que no es vandalismo, como lo califica todo el mundo”, un aspecto que también an dejado claro en los institutos por los que han pasado. Se ha pretendido hacer llegar a los jóvenes un tipo de ocio alternativo, potenciando la cultura del hip hop (también un par de chavales estuvieron pinchando temas durante toda la mañana para amenizar la jornada), tan enraizada en una gran parte de la población juvenil de la ciudad, además de transmitir otro tipo de valores como el cuidado al medio ambiente, el respeto por el mobiliario urbano y la voluntariedad de los propios jóvenes para realizar actividades que sin su esfuerzo y su ayuda estarían abocadas al fracaso, como indica Nexojoven en una nota de prensa.
El muralista que ha dado las charlas a los chavales ha pretendido distinguir las diferencias existentes entre la violencia callejera y sobre el mobiliario urbano y la calidad de una pintura bien hecha. Como no podía ser de otra manera, la acogida ha sido bastante buena.
Que la administración es la primera que debe dar ejemplo ha quedado patente en una jornada como la de ayer, puesto que “parece que nos dan un muro para que pintemos y mientras nos tienen callados”, indican algunos participantes, pero consideran que hay que asumir que el arte del grafitti está asumido en otras muchas culturas, y que en El Puerto también debe verse como algo natural, como una expresión más del arte, puesto que los muralistas son artistas como otro cualquiera, pero en vez de evocar a su musa para fijar su mirada en un lienzo lo hacen frente a una pared, o el vagón de un tren, la salida del metro, el muro de una plaza, la puerta de un garaje o un establecimiento, y en todo aquel lugar que se presta para llevar impreso el sentimiento de un grafittero. Pero aún queda mucho por aprender y respetar.
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