Punta Umbría
El Cosmos vanguardista: artistas e ingenieros compartiendo utopías
Cuando Yuri Gagarin se convirtió en el primer cosmonauta de la historia, en 1961, no sólo realizó el sueño de políticos e ingenieros, sino también de lo más granado de las vanguardias artísticas rusas de principios de siglo, de figuras de la talla de Kandinsky, Malévich o Tattlin.
La Fundación Marcelino Botín expone desde hoy en Santander El cosmos en la vanguardia rusa, una colección de obras datadas entre 1900 y 1930 que muestra hasta qué punto los pintores, escritores y cineastas de aquella época participaban de la fascinación por el cosmos.
Con la colaboración del Museo de Arte Contemporáneo de Tesalónica (Grecia), depositario de gran parte de los fondos, y de las principales instituciones culturales y científicas rusas, desde el Museo Estatal de San Petersburgo hasta el Museo de la Cosmonáutica de Moscú, esta exposición ensalza el resultado de una simbiosis de arte y ciencia muy poco habitual en la historia reciente.
“Claro que hay artistas influenciados por la ciencia en otros países, pero éste es un fenómeno que sobre todo se ve en Rusia. Y creo que tiene que ver con las ideas revolucionarias de cómo crear una nueva vida para la nueva gente. No sólo es futurismo en la pintura, es futurismo en la vida cotidiana", ha explicado a Efe la directora del Museo de Tesalónica, María Tsantsanoglou.
La exposición cuenta con más de un centenar de obras, entre pinturas, dibujos, carteles, fotografías de la época y libros.
En la muestra hay piezas claves para entender la ruptura que supuso la vanguardia rusa de aquellos años, según resaltan sus comisarios.
Entre ellas El círculo negro, de Kazimir Malevich, o varias Composiciones musicales de Vassily Kandinsky, y creaciones de artistas menos conocidos en Occidente, como Pavel Filonov, Petr Foteev, Georgii Krutikov, Mikhail Matiushin o Pavel Mansurov.
Sus obras comparten sala con maquetas del modelo de cohete diseñado por Konstantin Tsiolkovsky, uno de los pioneros de la cosmonáutica; del planeador Letatlin de Vladimir Tatlin, de las máquinas visionarias de Ari Shternfeld y Fridrikh Tsander o del Spunik, el satélite que inauguró la era espacial en 1957.
Otro de los comisarios, John E. Bowlt, de la Universidad del Sur de California, ha destacado que la combinación de ciencia y arte diferencia a esta exposición de otras precedentes sobre las vanguardias, al ofrecer "un contexto nuevo y radical para estudiar los logros de los artistas modernistas rusos".
Además, “redescubre a los científicos e inventores rusos de antes y después de la Revolución de 1917 y demuestra que su imaginación no era menos vigorosa que la fantasía de los artistas”.
Da fe de ello el director del Museo de la Cosmonáutica de Moscú, Aleksandr Lazutkin, que hoy, mientras contemplaba un cuadro de Rodchenko de 1920, se confesaba impresionado por cómo imaginaron el espacio aquellos artistas años antes de los primeros vuelos.
“Me han sorprendido los cuadros abstractos que expresan sentimientos. Cómo éste (Composición número 125, de Radchenko), que evoca la comparación entre blanco y negro. En el espacio no hay grises, hay blanco o negro y colores primarios”, relataba.
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