El miércoles pasado se inauguró el Centro de Congresos de La Isla. Estuve allí para verlo y les cuento lo que sale de mi desquiciada cabeza. Ya en la presentación que hizo el concejal Francisco Romero mencionó la cantidad de películas que había visto en lo que un día fue el Cine Almirante. Incluso dijo que vio allí la Guerra de las Galaxias.
En las intervenciones que tuvieron lugar a continuación se siguió recordando aquel Cine de entrañable recuerdo. Cuando tomó la palabra el Alcalde, no se resistió a decir que allí lo llevaba su abuela a ver películas y que recuerda perfectamente cuando echaron Sissi Emperatriz. Un tostón..
Sissi se casó con su primo, el Emperador de Austria, y pasó por tanto a ser Emperatriz automáticamente. Tuvo cuatro hijos y se llevaba a matar con su suegra Sofía. Una de sus hijas murió deshidratada seguramente y esto la hizo caer en una profunda depresión. Hasta tal punto que se le negó el derecho de crianza del resto que quedó a cargo de su suegra. El hijo mayor se suicidó, debido a la educación tan severa a que sometieron a la criatura. Un cuadro.
Era una mujer rebelde, culta y muy adelantada para su época. Fumaba, cosa insólita en su época. No le gustaban los protocolos, ni las pamplinas de Palacio, pero al final llegó a un acuerdo con su suegra: Sissi respetaría las normas y las formas de Palacio a cambio de que su suegra le dejara criar a su hija Valeria, la más pequeña. Un día fue atacada por un anarquista italiano que le clavó un alfiler en el corazón y la mató. The end.
Bueno, así fue la película en plan muy abreviado, porque, si me alargo, necesito un volumen y una sábana para llorar. Es lo que gustaba en la época y hasta los niños, caso del Alcalde, alucinaban con esas historias palaciegas.
Estableciendo una ligera comparación con esa película tengo que decir que desde entonces hasta la inauguración del Centro de Congresos hay cosas que han ido a mejor, otras que han ido a peor y otras que se han quedado igual. Entre las que han ido a mejor debo destacar lo bien que ha quedado el edificio y reconocer el trabajo que se ha realizado a pesar de todas las dificultades arquitectónicas que se han encontrado en el camino y a pesar de que el Palacio de Sissi era para flipar.
Una enorme Sala para 300 personas, tres salas más para 60 personas cada una, otros equipamientos con tecnología punta de última generación, algo que en tiempos de la Emperatriz ni se soñaba. Entre las que han ido a peor se puede señalar en primer lugar la incomodidad de las 300 butacas en contraste con las que había cuando pusieron Sissi Emperatriz y en las que el Alcalde pondría su tierno culito de niño.
Es una pena, pero se podrían haber separado un poco más, porque las rodillas se te quedan dormidas y las piernas amoratadas. Entre las que no han ido ni a bien ni a mal se puede decir que es la forma de ser de las suegras, que por algo se han ganado esa mala fama a través de la Historia.
Dije antes que a Sissi no le gustaba el protocolo. Si hubiera estado en la inauguración, se levanta de su estrecho asiento y forma la marimorena. Cada uno de los que intervenía nombraba uno por uno todos los cargos que hacían acto de presencia. Eso se hace muy repetitivo y más valía decir: querido pueblo, o amigos todos, u otra cosa similar antes de repetir hasta el vómito tantos ilustrísimos e ilustrísimas.
En fin, me parece un Centro que puede dar de sí y debo reconocer el esfuerzo que muchos han hecho para que hoy sea una realidad. A ver si aprovecha.
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