La mítica Sala Caracol cerró ayer casi de forma definitiva sus puertas tras ejecutarse un desahucio judicial por orden del juez de Primera Instancia número 40 de Madrid a instancias de los propietarios por problemas derivados desde la pandemia.
La decisión sobre la Sala, abierta al público desde hace 30 años, no es definitiva dado que se está a la espera de la resolución de un recurso presentado por los gestores contra el lanzamiento propiciado por los propietarios, la familia Granizo Palomeque.
Los problemas de la Sala Caracol, ubicada en la calle Bernardino Obregón, tienen su origen en la pandemia cuando los inquilinos solicitaron a los dueños una bajada de un 50% en la renta por las dificultades que afrontó en aquella época el ocio nocturno por las restricciones, una petición a la que se negaron los propietarios.
"Lo dueños consideraron que no procedía", ha explicado a Europa Press el abogado de la Sala, que está a la espera de que el juez que lleva el asunto se pronuncie sobre si esta bajada era pertinente cuando se reclamó.
En un comunicado, la Sala Caracol comunica a través de su página web que se ha visto obligada a "cerrar temporalmente al existir una controversia judicial muy grave con la propiedad de la nave, que se quiere apropiar de la marca y de la explotación del local".