Escritos en momentos muy distintos, tanto en el tiempo como en lo personal, Mendoza explicó ayer en rueda de prensa que su nuevo libro, publicado por Seix Barral, lo acabó de moldear una vez tuvo acabado El malentendido, donde reflexiona sobre la creación literaria y el difícil diálogo entre clases sociales.
Aunque reconoce que por su talante y por su manera natural de enfrentarse ante la hoja en blanco siempre “me gusta complicarme la vida”, también es de los que, de vez en cuando, como otros autores de novela larga, “tenemos ganas de probar el tapeo”.
En este caso, comentó, había escrito La ballena hace tres décadas, coincidiendo con su irrupción en el ámbito literario de la mano de La verdad sobre el caso Savolta, centrándose en la Barcelona del Congreso Eucarístico de 1952.
Aficionado, además, a las vidas de santos desde muy jovencito, aquí crea un personaje que llega a obispo tras huir de la miseria, aunque siempre será un “desclasado”.
A pesar de que no contiene elementos autobiográficos, ayer reconoció que el título surgió de una experiencia que vivió en 1954, cuando sus padres le llevaron a ver una ballena muerta que se exponía en una carpa.