La película, protagonizada por Belén Rueda, Lluis Homar y Michelle Jenner, ha sido rodada íntegramente en la Pamplona, y por eso Armendáriz anunció ayer que posiblemente en primavera haga un primer pase en la capital navarra, a cuya ciudadanía e instituciones agradeció la colaboración que ha encontrado durante los cerca de dos meses que ha invertido para un rodaje que “en general, ha ido francamente bien”.
De hecho, Armendáriz calificó su último trabajo en rueda de prensa de “tranquilo y bastante dentro de todo lo previsto”, y ha destacado la “integración” que han vivido los actores entre ellos, tanto los llegados de fuera, que “nunca han marcado diferencias” y han “apoyado” a los demás, como los autóctonos, que han podido trabajar con profesionales.
Para el director navarro “lo más complicado” del planteamiento de la película ha sido “encontrar el tono de cómo abordar un tema tan delicado sin caer en lo morboso, sin caer en la expectación que muchas veces busca la gente, y que a la vez tuviese la dureza, el horror y lo terrible que es para las personas que han sufrido” abusos sexuales en su infancia.
Para ello, antes de comenzar la película trabajó durante casi dos años con equipos de terapeutas y psicólogos que tratan a víctimas de abusos.
Y es que, según apuntó “el problema no era encontrar una historia. Historias hay doscientas mil, y ojalá se cuenten las doscientas mil sobre este tema”, sino cómo contarla.
Sobre el montaje de la película, el director navarro explicó que se encuentra bastante adelantado, con “60 ó 70 minutos de película montada, con lo cual ya no queda mucho”.
Hasta entonces Montxo Armendáriz señaló que el trabajo que queda ahora por hacer es “completamente distinto” al del rodaje, con la “gran ventaja” de que “para bien o para mal lo tienes ya todo rodado, y ya da igual que llueva o nieve. Te quitas un gran estrés de encima”.