El filósofo Joan Carles Mèlich participó durante siete años en el proyecto dirigido por Reyes Mate "La filosofía después del Holocausto", y allí confiesa que nació "Ética de la compasión" (Herder), un ensayo con luces renovadas que no confunde la 'compasión' con la 'piedad' y desmonta la idea de 'dignidad'.
Auschwitz, como símbolo del horror más allá del acontecimiento histórico, marcó "la necesidad de pensar la ética de otra manera -ha destacado a EFE este filósofo-, de abandonar la idea de que hay deberes universales válidos para cualquier tiempo y espacio".
"¿Cómo relacionarnos con el que hemos excluido en nuestra definición de 'humano' o 'digno'?", plantea el autor de este libro. Es la pregunta ética a la que no es posible responder "a priori", sino sólo "en situación".
"No es cómo te comportas con los que son como tú -especifica este autor (Barcelona, 1961)-, sino con los que no lo son, ni nunca lo podrán ser; también los nazis se portaban bien con los que eran como ellos".
Frente al concepto del "Bien", Mèlich propone una ética de la experiencia del mal -pensar desde las enseñanzas de los infiernos vividos en el siglo XX-; frente al "Deber"', aboga por una ética de "la respuesta adecuada que nunca lo es del todo", y frente a la "Dignidad", plantea una ética "de la sensibilidad hacia los excluidos de esa dignidad".
El filósofo recalca que "lo que nos hace 'humanos' no es la obediencia a un orden moral, a un código universal, sino el reconocimiento de nuestra condición de vulnerabilidad".
"Ser ético es responder en una situación única que el otro te plantea y ante la cual la moral hace crisis, porque no hay regulación posible, la decisión es sólo tuya y no puedes apelar a principios, derechos o deberes universales".
Es "La decisión de Sophie", aquella polaca deportada (Meryl Streep en la cinta de Alan J.Pakula, de 1982) forzada por un médico de las SS a elegir cuál de sus dos hijos irá a la cámara de gas. "Ninguna moral sirve en esa situación, ¿qué respuesta 'a priori' hay para esa madre?".
En ética "nunca hay respuestas correctas". "Ser ético es saber que uno nunca es lo bastante bueno. No es actuar según tu conciencia, educada moralmente, como ha de ser y es necesario que lo sea -matiza Mèlich-, sino que a veces ser ético es ir contra tu propia conciencia moral".
Por más códigos deontológicos y normativas que proclamemos "nada sustituye a la ética", sostiene este autor, que reivindica la ética de Schopenhauer "ignorada en España" y a otros filósofos postestructuralistas como Foucault, Lévinas, Derrida o Judith Butler, filósofa que le abrió los ojos -confiesa- para desmontar la idea de dignidad.
Mèlich es profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de títulos como "Filosofía de la finitud" o "La educación como acontecimiento ético", en colaboración éste último con Fernando Bárcena.
Su pensamiento va contra dogmatismos y totalitarismos, cuyo drama es que "sólo tienen moral y no permiten la respuesta ética", precisa.
Y es que "la vida humana implica una tensión irresoluble entre ética y moral", sentencia, y constata que "vivimos tiempos de auge de la moral y de declive de lo ético".
Sus planteamientos no pretenden ser universales, pero podrían ser asumidos por creyentes y no creyentes de distintas culturas, admite, puntualizando: "Siempre que no sean fundamentalistas o fanáticas".
"El fanático de Al Qaeda tiene tanta moral que obedecer que es incapaz de ser sensible al sufrimiento del niño que está delante suyo cuando va a explotar su cinturón".
"Los nazis se comportaron 'dignamente' con quienes juzgaron dignos -se explica-, pero veían indignos a los judíos, los deficientes mentales, homosexuales o gitanos".
"¿Qué significa tener dignidad?, ¿dónde empieza y acaba ese concepto?, ¿es digno el feto? ¿y un anciano desprovisto de sus facultades? Ahora se habla de la 'dignidad' del toro... se mezclan los términos generando confusión", dice Mèlich, que opta por descartar la palabra "dignidad" por difícil de delimitar.
Considera la piedad "un acto de soberbia que acrecienta el sentimiento de 'poder' en la relación, en vez de reducirlo", frente a la compasión, que "es 'sensibilidad' ante el sufrimiento ajeno, el de los excluidos o indignos".
"Compasión es ponerse 'al lado' del que sufre, acompañarlo en su dolor, un dolor que es sólo suyo -matiza-, y no es ponerse en su lugar, ni pretender dar ejemplo".
"Ser ético es saber que nunca estamos totalmente a la altura de las circunstancias", expresa Mèlich cuando sitúa la ética en la zona "sombría" de la moral. "¡Cuidado con el demasiado obediente, con el de 'buena conciencia' que te dice que hizo 'lo que debía hacer', puede ser el más peligroso!".