La estadística puede generar espejismos. Como en este caso de importante calado social: desde la entrada en vigor del Real Decreto Ley 6/2019, de 1 de marzo, de medidas urgentes para la garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre hombres y mujeres en el empleo y la ocupación, los permisos de paternidad superan ya a los de maternidad en la provincia. Pero, si bien podría parecer que la tendencia tradicional en cuanto a la corresponsabilidad en el cuidado de los hijos se está invirtiendo, basta con rascar un poco en las cifras para advertir que no existe modificación alguna en el reparto de roles entre los progenitores. No hay agua. Solo arena.
Entre abril y octubre de este año, de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) a los que ha tenido acceso este medio, en Cádiz se han iniciado 3.152 expedientes de prestaciones por nacimiento y cuidado de menor por maternidad y, ligeramente por encima en números absolutos, 3.192 por paternidad. En cuanto a los expedientes resueltos, se han registrado 3.054 por maternidad, frente a los 3.127 por paternidad contabilizados. La explicación a este fenómeno, y no es opinable, está en la literalidad del real decreto ley. La secretaria provincial de Mujer de CCOO, Inmaculada Ortega, señala que desde hace siete meses, la normativa establece que la madre biológica disfrutará completamente de los periodos de suspensión regulado, y el otro progenitor contará con ocho semanas, siendo las dos primeras de obligatorio cumplimiento. Desde el 1 de enero de 2020, el otro progenitor dispondrá de una suspensión total de doce semanas, de las cuales cuatro deberá disfrutarlas de forma ininterrumpida inmediatamente tras el parto. La madre biológica, por su parte, puede cederle hasta otras dos semanas de su tiempo. Finalmente, cada progenitor disfrutará de igual periodo de suspensión del contrato de trabajo, con seis semanas de permiso obligatorio del total de 16 autorizadas para cada uno, a partir del 1 de enero de 2021. Por lo tanto, el incremento de permisos de paternidad no responde a voluntad o elección personal, sino que la causa fundamental se debe a la imposición por ley.
También es reflejo, señala Ortega y, en la misma línea el presidente del Colegio Oficial de Graduados Sociales de Cádiz y Ceuta, José Blas Fernández, de la masculinización del mercado laboral en general y de Cádiz en particular. Si hay más hombres trabajando, hay más hombres que se benefician de esta medida de conciliación en particular. La Encuesta de Población Activa (EPA) da buena cuenta de ello: la tasa de paro femenina (29,43%) supera en diez puntos a la tasa de paro masculina; la tasa de empleo femenina (33,61%) está más de 18 puntos por debajo de la tasa masculina; y, finalmente, la ocupación femenina cayó un 2,46% en 2018. Hay más datos. Todos apabullantes. Únicamente tres más: las mujeres solo firman cuatro de cada diez contratos en la provincia, la tasa de temporalidad creció el año pasado y se situó el año pasado en el 94,99% y, teniendo en cuenta la modalidad de la jornada laboral del total de los contratos registrados a gaditanas en la pasada anualidad, predomina la de tiempo parcial con el 58,4%.
Sin embargo, la clave para concluir que la provincia no avanza con paso firme en la corresponsabilidad se encuentra en la sección de estadísticas del Ministerio de Trabajos, Migraciones y Seguridad Social. En 2018, de las 641 excedencias concedidas para el cuidado de hijos, el 92,4% fueron solicitadas por mujeres, apenas un 2,5% menos que hace una década. De modo que es la madre quien renuncia de manera sistemática a su carrera profesional tras el nacimiento de un hijo.
Hay varias razones, vinculadas todas a la obligatoriedad implícita de que la mujer se encargue de los cuidados familiares. La primera de estas razones es cultural e histórica. El Fuero del Trabajo de 9 de marzo de 1938 establece que “en especial (el Estado) prohibirá el trabajo nocturno de las mujeres y niños, regulará el trabajo a domicilio y libertará a la mujer casada del taller y de la fábrica”. El procurador en las Cortes Españolas durante las nueve primeras legislaturas del Franquismo José Castán Tobeñas declaró entonces que “todo se perderá si al reconocer a la mujer sus valores humanos y sus derechos naturales, protegiendo su libertad y su dignidad, pusiésemos en peligro su feminidad y olvidásemos el interés primordial de la conservación de la familia”. José Blas Fernández recuerda la hiperreglamentación del trabajo femenino hasta bien entrada la década de los años setenta, cuarenta años después, con la dote por matrimonio, que invitaba a la empleada que se casaba a abandonar su trabajo , entre otras medidas, o se prohibía todavía entonces que la mujer pudiera ejercer como matarife, buzo o minero del interior, entre otras ocupaciones. Es cierto que la legislación actual no tiene nada que ver, pero la maternidad aún es tabú y genera incomodidad a la hora de contratar.
Recursos para la conciliación
Para paliar esta situación, la responsable provincial de Mujer de CCOO plantea, entre otras cuestiones, la necesidad de facilitar a las trabajadoras una red social para el cuidado de los niños. Es indispensable la gratuidad de la educación infantil entre los 0 y 3 años, imposible para muchas asalariadas por la falta de plazas en guarderías públicas o excluidas por razones de renta, aunque los ingresos no sean, en ningún caso, desorbitados. La homóloga de Ortega en CCOO Andalucía, Yolanda Carrasco, reivindica, igualmente, la ampliación de horarios de los centros educativos, ofreciendo facilidades para el acceso a servicios como el aula matinal o el comedor, y con la apertura por las tardes de colegios e institutos para facilitar la conciliación de la vida laboral y familiar.
Por otra parte, Carrasco considera que la elaboración de planes de igualdad, obligatorios para empresas de más de 50 empleados, es clave para evitar la penalización de la maternidad, tanto en el mantenimiento del puesto de trabajo como en la promoción. Remarca que cada empresa debe tener su propio diagnóstico y es fundamental la negociación para poner en práctica medidas a la carta, con iniciativas como que la formación se ofrezca en horario laboral aunque incluso la empleada haya reducido su jornada.
Por último, señala que la mujer pide la excedencia más por la precariedad laboral. Efectivamente, las trabajadoras cobran menos por la alta tasa de contratos a tiempo parcial y por la ocupación en sectores menos remunerados. Sale más a cuenta que sea la madre quien sacrifique su empleo a que, mejor pagado, lo haga el padre. Por ello, plantea la revalorización de sueldos y concluye que la sensibilización es básica porque la verdadera revolución vendrá cuando sean los hombres quienes tomen la iniciativa y pidan la excedencia. Mientras tanto, y con este panorama, es inevitable preguntarse si todos los padres que han tenido el permiso de paternidad por ley han dedicado su tiempo al cuidado del hijo.