El acto por las honras fúnebres de Cabello, de 25 años, contó con la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero; la ministra de Defensa, Carme Chacón; el líder del PP, Mariano Rajoy, y el presidente de Canarias, Paulino Rivero, entre otras autoridades.
La familia del cabo, en especial su madre y su abuela, siguieron la ceremonia con gran abatimiento y recibieron el apoyo de militares que les asistieron durante el funeral, que duró una hora.
El Príncipe Don Felipe impuso a Cabello la Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo, una condecoración en honor a los muertos en acciones violentas en misiones como la de Afganistán.
El funeral tuvo lugar en la base General Alemán Ramírez, en la zona militar de La Isleta, sede de la Brigada de Infantería Ligera Canarias 16, a la que pertenece el Regimiento Soria 9 en el que Cabello estaba destinado en Fuerteventura. Durante la madrugada, quedó abierta en este cuartel la capilla ardiente del cabo grancanario, después de que se le practicara la autopsia tras llegar anoche a la base aérea de Gando (Gran Canaria) desde Afganistán en un avión militar acompañado de la ministra de Defensa, Carme Chacón.
El Príncipe, vestido con el uniforme de teniente coronel del Ejército de Tierra, llegó al patio de armas del acuartelamiento acompañado de Zapatero y Rivero y el resto de las numerosas autoridades civiles y militares.
Entre ellas, estuvieron la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega; los presidentes del Senado, Javier Rojo; el del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, y el del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Pérez, y el alcalde de la ciudad, Jerónimo Saavedra.
Antes del comienzo de la ceremonia, Don Felipe y Zapatero se acercaron a los familiares del cabo para darles el pésame y trasladarles su afecto y solidaridad.
El féretro, cubierto por la enseña nacional, entró en la explanada a paso lento portado por ocho miembros de la brigada bajo los acordes de la marcha fúnebre, que lo han colocado ante el altar y el mástil con la bandera a media asta como testigo.
La ceremonia la ofició el arzobispo castrense, Juan del Río Martínez, junto con el obispo de Canarias, Francisco Cases Andreu.
Del Río pidió a la familia y amigos del soldado fallecido “no desfallecer” en este momento de dolor. “Esta muerte es semilla de libertad. Sed fuertes. Es el mejor homenaje que podéis rendir a vuestro hijo”, les dijo.