Irlanda y el Reino Unido aparcaron hoy las tensiones causadas por el "brexit" para presentar un frente común ante el terrorismo en el funeral de la periodista Lyra McKee, asesinada a tiros el pasado día 18 en la localidad norirlandesa de Derry por el grupo disidente republicano Nuevo IRA.
Cientos de personas despidieron este miércoles a McKee por las calles de su Belfast natal, de camino a la Catedral de Santa Ana de la capital de Irlanda del Norte, donde se celebró una misa a la que asistieron, entre otros, el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, y su colega británica, Theresa May.
También estuvieron presentes el presidente irlandés, Michael D. Higgins, el líder de la oposición británica, el laborista Jeremy Corbyn, y los principales dirigentes políticos norirlandeses, en señal de repulsa hacia la violencia por parte de las dos grandes comunidades de la región, la católica-nacionalista y la protestante unionista.
McKee, de 29 años, fue abatida por disparos de un hombre enmascarado del grupo disidente Nuevo IRA -escisión del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA) opuesta al proceso de paz-, mientras observaba junto a un vehículo policial los disturbios ocurridos en Derry en la noche del pasado jueves.
La periodista era editora del portal con sede en California Mediagazer, especializado en noticias del sector de los medios de comunicación, así como una figura relevante y muy querida entre la comunidad gay de Irlanda del Norte, que veía en ella un referente y una incansable defensora de los derechos de su colectivo.
En este sentido, el cortejo fúnebre quiso pasar por delante del Kremlin, una conocida discoteca gay desde la que amigos y compañeros la recordaron hoy ondeando varias banderas arcoiris.
Otro grupo de periodistas formó una guardia de honor en la entrada de la catedral y, ya en el interior, unas 600 personas recibieron al féretro con una cerrada ovación, que dio paso a un servicio multiconfesional oficiado por religiosos protestantes y católicos.
A petición de la familia de McKee, muchos de los asistentes llevaron puestas camisetas de la popular saga literaria y cinematográfica de Harry Potter y de los cómics de Marvel, de los que era una gran admiradora.
"Lyra fue una persona que derribó barreras y traspasó fronteras, éste fue su sello en esta vida, éste es su legado tras su muerte", declaró hoy el decano de la Catedral de Santa Ana, Stephen Ford.
El reverendo protestante recordó que, como periodista, "buscó la verdad donde quiera que fuera" y, como ciudadana, fue "hija del Acuerdo del Viernes Santo", el texto que puso fin en 1998 a casi 30 años de conflicto en la provincia británica.
"Era una estudiante de primaria en el norte de Belfast cuando se firmó el acuerdo. Creció defendiendo la esperanza (que ese texto) ofreció a una sociedad libre de los prejuicios del pasado", agregó Ford.
El sacerdote católico Martin Magill confió en que el "asesinato de Lyra en la noche del Jueves Santo" se convierta en una "puerta hacia un nuevo comienzo": "Detecto un claro deseo por ello".
La muerte de McKee ha unido a casi toda la sociedad norirlandesa y a sus líderes políticos, después de meses de tensiones por la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), defendida por los partidos unionistas-protestantes y rechazada por los católicos-nacionalistas.
Esta y otras cuestiones impiden, además, que el Partido Democrático Unionista (DUP) y el Sinn Féin, antiguo brazo político del IRA, regresen al Gobierno autónomo de poder compartido, que permanece suspendido desde enero de 2017.
Líderes comunitarios han advertido de que la división creada por el "brexit" y el vacío de poder en Belfast podrían dar alas a los disidentes republicanos, que buscan el fin del proceso de paz y de reconciliación creando inseguridad en la región.
"Recemos para que el asesinato de Lyra sea el catalizador que necesitan los partidos para que empiecen a hablar, para reformar lo que era corrosivo en legislaturas anteriores y comenzar de nuevo", agregó Magill.
Sus palabras fueron escuchadas con atención por la líder del DUP, Arlene Foster, y la presidenta del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, a quienes alguien, seguramente con toda la intención del mundo, sentó juntas en la iglesia.