La caravana migrante que intenta reagruparse en la ciudad fronteriza de Tijuana ha generado una crisis humanitaria cuyas proporciones todavía se desconocen mientras que los centroamericanos dudan qué hacer tras semanas de peregrinación.
"Estamos enfrentando una crisis humanitaria. Son personas que huyen de la pobreza, pero también de la violencia y la persecución", dijo a Efe Francesca Fontanini, portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para las Américas.
"Lo que ha cambiado es el tipo de movilidad humana. Ahora, las personas, con estas caravanas, han demostrado que quieren viajar juntos (a pie o donde les sea posible) para tener un viaje más seguro", añadió.
Bajo este plan los grupos de migrantes "intentan apoyarse entre si" para evitar los riesgos que presenta su paso por México.
"Saben muy bien los riesgos y que es una ruta muy difícil" tanto en la parte física como en la que tiene que ver con clima, con altas temperaturas en el día y bajas por la noche, refirió Fontanini.
Estas caravanas, que comenzaron a entrar a México el 19 de octubre, demuestran que ha cambiado el tipo de movilidad humana, lo que constituye un hecho relevante que tenderá a repetirse por lo que la crisis humanitaria va a adquirir nuevas proporciones, adviritó.
"Se mueven juntos, generaciones distintas, familias enteras y además hay varios perfiles: mujeres solas, mujeres con niños, ancianos, comunidad LGTBI, menores no acompañados y todos juntos cruzan países para buscar refugio", apuntó.
Para Fontanini, la situación más difícil que afronta un migrante o refugiado solo o en grupo "es buscar una solución para continuar o reiniciar su vida porque muchos no pueden regresar a su país. Unos han salido por motivos económicos o extrema pobreza pero otros salieron por la inseguridad y violencia, y volver es una sentencia de muerte".
Organismos como Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) han señalado que los delitos violentos son un problema generalizado en Honduras, uno de los países con una de las tasas de homicidios más altas del mundo con 43,6 muertos por cada 100.000 habitantes.
Integrantes del Comité de Apoyo a Migrantes en Tijuana, Luis Carlos Haro y Emiliano Raya, recordaron que cientos o miles de migrantes de la caravana "no viajan por gusto" sino "obligados por los altos niveles de violencia" en sus lugares de residencia.
"La crisis humanitaria está en Honduras, en Tijuana los migrantes no representan un problema sensible para la ciudad, no la están colapsando y no están creando problemas de desempleo, delincuencia o inseguridad, estos problemas ya estaban en la ciudad", apuntó Raya.
Dijo que las políticas sociales y económicas que imponen los Gobiernos a sus ciudadanos, en especial en Honduras, "son las que terminan por expulsarlos al oprimirlos y explotarlos, y los obligan a terminar en lugares que nunca se imaginaron como ahora en Tijuana".
Haro señaló que en Tijuana existe un vacío político y pidió a las autoridades de todos los niveles abrir todas las instalaciones disponibles en la ciudad para recibir a los migrantes que vienen en camino porque recordó que hay más caravanas en tránsito por México.
Para el migrante hondureño Axil Escobar, la política y los políticos les ha llevado a esto "sino, no tuviéramos la necesidad de andar confrontándonos con los mexicanos, ni intentando cruzar ese muro".
"Los políticos han provocado esta crisis al saquear las instituciones públicas y nosotros no podemos volver a Honduras porque corremos el riesgo de ser asesinados por pandillas o por el crimen organizado, o por el otro crimen organizado que es el gobierno", denunció.
Para el arzobispo canadiense, Leonardo Marín Saavedra, "México, por ahora, tiene que resolver está crisis humanitaria".
Marín Saavedrá consideró que esta emergencia no ha tomado por sorpresa a México "sino que es algo atípico" a lo que sucedió en otros años pero, a pesar de todas dificultades "México tiene la gran oportunidad de solucionar está situación y así como de este país han salido muchas tristezas en los últimos años, también pueden salir muchas alegrías".
El arzobispo canadiense, quien impulsa un proyecto para que el Gobierno de Canadá acepte a algunos centroamericanos, recordó que por ahora "los migrantes no se pueden mover hasta que pase el invierno, si es que Canadá decide aceptarlos, por lo que México debe solicitar apoyo a organizaciones de aquel país para amparar sus necesidades, apuntó.