Denuncias sobre las condiciones de los niños en las cárceles han provocado un aumento en el número de perdones reales para madres y embarazadas presas en Camboya, donde la detención preventiva perpetúa la reclusión de los menores.
Vun Chanda salió de la cárcel hace 8 meses junto a su hija de 3 años y regresó a la pequeña casa de madera que comparte junto a su familia en Boeung Chouk, un suburbio de Phnom Penh asociado al tráfico de drogas, prostitución e insalubridad.
La exreclusa fue una de las 59 mujeres, entre madres y embarazadas que el Rey Norodom Sihamoni de Camboya perdonó en marzo y abril durante el Día Internacional de la Mujer y el Año Nuevo Jemer, un favor que se les concede a aquellos que han cumplido dos tercios de su condena.
"Si hubiese mantenido a mi bebé fuera de la cárcel nadie hubiese cuidado de él", cuenta la madre camboyana, que fue condenada a cinco años de prisión por tráfico de drogas.
"Éramos cinco personas, cada una con un bebé y a veces era muy difícil dormir. Nos daban un pequeño cuenco de arroz o sopa, que no era suficiente", recuerda Vun Chanda, nombre utilizado para preservar su anonimato.
El alto número de liberadas en 2015, sin precedente en años anteriores, fue consecuencia del informe de la ONG local Licadho en el que denunció lo acontecido con el pequeño Dara, un niño que creció hasta los cuatro años en un penal mientras era maltratado por su progenitora.
"No vamos a permitir a más mujeres con hijos o embarazadas dentro de las cárceles", declaró el primer ministro, Hun Sen, a "Radio Free Asia" tras la publicación del informe.
Licadho expuso en su estudio las condiciones de hacinamiento en los penales camboyanos, donde los prisioneros tienen de media 0,7 metros cuadrados, la falta de alimentos y la corrupción de los funcionarios de prisiones.
La organización se marca como objetivo que se evite el uso sistemático de la prisión preventiva, fomentar un estudio detallado para cada acusada y considerar alternativas cuando se trate de crímenes menores, como la realización de servicios sociales.
"La ley comprende sentencias alternativas. Desafortunadamente todavía no hay infraestructura para este tipo de programas, pero tenemos que empezar", defiende la doctora Pung Chhiv Kek, presidenta de Licadho.
Kek asegura que el objetivo de su informe no es la liberación de las presas, ya que entre los casos estudiados se encontraban "criminales" que también lograron la amnistía.
El portavoz del ministerio de Justicia, Chin Malin, evitó en declaraciones a Efe detallar si hubo madres o embarazadas entre las perdonadas el pasado noviembre tras el Festival del Agua, la última de las tres oportunidades anuales para recibir un perdón real.
Para Nou Sam An, supervisor del proyecto de prisiones de Licadho, es posible que no haya habido más perdones reales debido a que la mayoría de las madres están todavía en prisión preventiva, una situación que puede alargarse meses hasta que reciben una sentencia.
En el barrio de Boeung Chouk, Vun Chanda se enfrenta a las mismas dificultades que tenía dentro de la cárcel.
"Es muy difícil criar a un niño aquí porque este vecindario es problemático y ve demasiadas cosas", reconoce la expresidiaria.
"Quiero darle educación. Es en lo único que pienso. Cuando estaba en la cárcel mi hija se alegraba mucho cada vez que iba al colegio (gracias a la ayuda de una ONG), pero desde que estamos fuera no ha asistido a la escuela", se lamenta.