El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha empezado a retirar parte de su personal extranjero y a reducir sus operaciones en Afganistán como consecuencia del ataque de la semana pasada contra sus instalaciones en Jalalabad, en el este, según ha informado este martes un portavoz de la organización.
"Estamos retirando al personal internacional en varios puntos del país y hemos dejado en suspenso algunas actividades a la espera de reunir informaciones y de analizar la situación", ha declarado el portavoz del CICR en Kabul, Robin Waudo. Estos cambios, ha precisado, son "temporales".
El portavoz no ha precisado cuántos empleados extranjeros van a salir ni cuáles han sido las actividades suspendidas, aunque sí ha asegurado que el CICR seguirá aportando servicios ortopédicos, suministrando apoyo a un importante hospital de Kandahar y facilitando los contactos entre los presos y sus familias. "El CICR se ha comprometido a ayudar a los afectados por el conflicto, pero debemos sopesar también la seguridad de su personal", ha declarado Waudo a Reuters.
Cuatro hombres armados atacaron con armas ligeras, explosivos adheridos al cuerpo y granadas el pasado 29 de mayo la delegación del CICR en Jalalabad y causaron la muerte de un guardia de seguridad afgano y heridas a otras tres personas, incluido un empleado extranjero del Comité. Los siete empleados internacionales del CICR fueron rescatados de las instalaciones por la Policía.
La Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), liderada por la OTAN, atributó el ataque a los talibán, pero los insurgentes islamistas negaron dos días más tarde su implicación en el atentado y aseguraron "nunca" atacan a las instituciones que "realmente sirven" al pueblo afgano.