Frente a quienes celebran el inminente fin de la estricta política de 'cero covid' que ha regido la vida en China durante casi tres años, otra parte de la población defiende que el país siga aferrado a esa estrategia por temor al aumento de los contagios.
La política fue relajada hoy por el Consejo de Estado, que ya permite a los infectados aislarse en sus hogares en lugar de ser recluidos en hospitales y centros de aislamiento y que cancela las pruebas PCR constantes a la población.
TEMOR ANTE LOS CAMBIOS
Desde finales de noviembre, diversas ciudades chinas ya habían comenzado a retirar o ajustar parte de sus restricciones contra la covid, en parte a raíz de protestas registradas en varias ciudades que pedían el fin del régimen de pruebas PCR, petición no apoyada por todos.
En noviembre, circuló por las redes sociales chinas una foto de un vecindario de Zhengzhou (centro) en el que los residentes se habían concentrado con una pancarta que pedía: "Que se lleven a los positivos por covid y los aíslen" y "queremos hacer pruebas PCR", en un momento en el que la ciudad se enfrentaba a un rebrote.
Era una de las primeras muestras de descontento contra la relajación de una política que, mediante estrictas restricciones y un control constante de los movimientos de la población, había logrado mantener unos niveles mínimos de contagios en el país asiático durante dos años.
Poco después, la ciudad norteña de Shijiazhuang fue una de las pioneras en reducir la frecuencia de las pruebas PCR. Si bien el control más laxo duró solo unos días, fue suficiente para que numerosos padres decidiesen no enviar a sus hijos a la escuela: una captura de pantalla de un grupo de padres diciendo que sus hijos no irían a clase usando todo tipo de excusas se viralizó en las redes chinas como síntoma del temor a la libre circulación del virus.
"La ciudad ha controlado la epidemia muy bien estos tres años. Me preocupa qué va a pasar ahora", explicó a EFE un residente de la capital china que se hacía eco de las declaraciones de expertos que advierten de una ola de contagios que podría llevar al límite el frágil sistema sanitario del país.
Mientras algunas ciudades aflojaban la política de cero covid, algunas optaban, en cambio, por redoblar su adhesión.
Recientemente, la ciudad de Jinzhou (noreste) declaró que "sería lamentable no lograr el objetivo de cero covid pudiendo hacerlo", arguyendo que "solo se necesita continuar las medidas durante unos días para lograr una victoria total", consiguiendo así la "recuperación de una vida normal".
APOYO EN REDES
Pese a que las protestas que sacudieron China a finales de noviembre con eslóganes como "no quiero PCR, quiero comer" o "devolvedme mi libertad" tenían como objetivo el fin o el ajuste de la política de 'cero covid', no son pocos los que se oponen a su abandono.
Una de las etiquetas ('hashtags') que concentra a los partidarios de la directriz en Weibo, la red social equivalente a la bloqueada Twitter, es "Durante estos tres años logramos muchas veces reducir los casos a cero", la cual acumula decenas de miles de comentarios de internautas que recuerdan con orgullo los logros del 'cero covid': "Pese a las imperfecciones, agradezco al país la protección brindada", declaraba un usuario.
"Durante casi tres años de 'cero covid', las dos semanas de cuarentena protegieron al país. No había casos en la sociedad, llevábamos una vida normal, millones de personas viajaban por China, el volumen de comercio con el resto del mundo alcanzó máximos históricos y el crecimiento de nuestro PIB estaba entre los mayores del mundo. En cuanto se acortaron las cuarentenas, todo se estropeó", aseguraba un comentarista crítico con los nuevos protocolos y nostálgico de los tiempos previos a que la variante ómicron llegase a China.
RECELO HACIA EL EXTERIOR
Numerosos rebrotes en China han sido achacados a productos procedentes del exterior como ropa o mariscos congelados, lo cual, unido al seguimiento de los estragos causados por el virus en otros países por parte de los medios oficiales, ha generado desconfianza hacia los países extranjeros en parte de la población.
Desde marzo de 2020, China, cerrada al turismo internacional, aplica estrictos controles en las fronteras que incluyen obstáculos a la concesión de nuevos pasaportes y denegaciones de viajes internacionales que no sean por trabajo, familia, estudios o salud.
Pese a que las cuarentenas, obligatorias para todos los viajeros en un hotel designado por las autoridades y sufragado por ellos mismos, se redujeron recientemente hasta los cinco días, su retirada podría no traducirse en una oleada de salidas del país.
Solo aproximadamente el 12 % de los nacionales chinos tienen pasaporte y, según la consultora Oliver Wyman, el 55 % de los chinos están "preocupados por contraer el covid en el extranjero" y la mitad temen quedar atrapados fuera de China ante un cambio de requisitos de entrada.
Según las cifras oficiales, desde el comienzo de la pandemia fallecieron 5.235 personas en China, donde algunos estudios sostienen que el 'cero covid' ha salvado millones de vidas.
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"Me preocupa qué pasará": no todos los chinos apoyan el final del cero covid
Otra parte de la población defiende que el país siga aferrado a esa estrategia por temor al aumento de los contagios
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