De profesión droguero y de vocación el compromiso, el servicio para con los demás desde su concepción humanista de la vida de un cristiano que tenía una visión social y socialista de lo que tenía que ser España, y por ende Jerez, una vez que la época del blanco y negro que comenzó tras la guerra entre hermanos del 36 daba paso a otra de colores con la llegada de la recuperada democracia.
Esteban Fernández Villegas no abandonó la droguería de calle Justicia, la del olor a alcanfor y jabón verde, pero la compatibilizo con la edil de aquel Ayuntamiento de 1979 que abría las puertas de la Casa Consistorial, entonces en el Edificio Sherry en Madre de Dios porque la de la calle Consistorio se caía. Su grupo socialista y del PCE votaron en blanco en el Pleno y le dieron la alcaldía a Pacheco, entendiendo él y sus compañeros que no eran tiempos de peleas de poder, sino de unir fuerzas para iniciar un camino político en el que todo estaba por hacer. No era la política municipal entonces un trabajo remunerado sino una labor altruista en aras de ayudar al bien común. Ese que Esteban buscó y consiguió desde su delegación de Pedanías y Zonas Rurales. Con aquellos seiscientos de esos años sacó tiempo de donde no lo había para patearse todas las barriadas del entorno para conocer sus muchas y perentorias necesidades y actuar en consecuencia aún a sabiendas de que de las escuálidas arcas municipales poco o nada se podría sacar.
En ese sentido en abril de 2019 me refería, en un reportaje sobre los 40 años de Ayuntamientos democráticos, que tuvo que pedir dinero a Diputación para llevar a esos territorios, tan jerezanos como la calle Larga, luz, agua o alcantarillado. Barriadas como Mesas de Asta o Torremelgarejo lo consiguieron gracias al tesón de Fernández Villegas porque dinero no había, pero ilusión mucha, recalcaba.
Esa ilusión por realizar una labor con la que soñaba en aquellas hojas del calendario tratando en la clandestinidad aquello que estaba por venir. Eran días de temores porque sabía que el teléfono estaba pinchado y que había que mirar hacia atrás cuando entraba en esos salones parroquiales de calle Lealas donde, sin atisbarlos, aquellos cristianos por el socialismo comenzaban a poner las bases de aquel primer grupo municipal que lideraba el publicista González Ríos y en el que estaba integrado un Esteban que, de esa manera, recordaba la figura de su bisabuelo que también fue concejal aunque su antepasado, tal vez, no tendría que pasar por el mal momento que él pasó cuando vio su coche rodeado de fanáticos de Fuerza Nueva que le intimidation armados con porras y cadenas. Tuvo agallas, como para sacar dinero para sus barriadas, para enfrentarse a ellos, aunque la procesión iba por dentro.
No repitió legislatura quizás porque entendía la política como vocación y no como profesión y, por ello, su ideal de servicio le llevó a integrarse en Cáritas y a continuar su compromiso político desde su afiliación social y socialista aunque alejado de la primera línea.
Esteban Fernández Villegas nos ha dicho adiós dejándonos su legado de persona comprometida que pasó sirviendo y no sirviéndose. DEP