Lo que viene siendo un papel para lucirse, pero sobre todo, para conectar con el público. Así es la ‘Gibraltareña’ que pone sobre las tablas del Gran Teatro de Huelva este viernes Elisa Matilla, bajo la dirección de Juan Luis Iborra. Dice la sinopsis de la obra que ‘Gibraltareña’ es la historia de una mujer que, sin proponérselo ni darse apenas cuenta, comienza a ejercer la prostitución, un oficio que desarrolla con mucha dignidad y poniendo el alma en ello. Ella piensa que cada servicio no es solo un acto de sexo, sino de amor, ese amor que ella perdió pero que no desiste en buscarlo como sus clientes.
Pero, hay un resumen mejor. Hablamos, como destaca Elisa Matilla en conversación con Viva Huelva, de un monólogo en clave de tragicomedia que cuenta la historia de una mujer que, cuando termina la obra, pase lo que pase, quieres llevarte a casa. Porque las vivencias que saltan a escena al final se resumen, como dice la actriz en esta frase: “No es lo que te pasa, es cómo te lo tomas”.
Y Matilla se ha tomado su personaje muy a pecho (“porque soy muy osada y muy mandona”), transformando el susto inicial cuando se lo propusieron, con un absoluto disfrute cada vez que se sube al escenario. Porque, en la hora y cuarto de tiempo que propone el texto, el personaje, a Elisa, se le acaba metiendo “muy adentro”.
La Gibraltareña/Matilla nos compone un personaje que llena con ternura y con humor, negro, pero humor, ácido, pero humor, y al fin y al cabo en esta tierra somos mucho “de reírnos de nosotros mismos”.
Elisa Matilla ha probado el éxito televisivo, y ha tenido aparición destacada en un puñado de películas del panorama cinematográfico patrio, pero se queda con lo que aporta de especial y de único el teatro. Se queda con esa comunión que se establece con el público, que en el caso del monólogo además, no depende finalmente ni del autor ni del director, sino de la actriz, en este caso, que sabe entender a cada público, y comprender si está más ávido de drama o de comedia, para tirar más, según el caso y como se dé la noche, para un lado o para otro. Una comunicación con el patio de butaca que no existe en el cine, en la que manda el actor, marcada por ese momento único que el espectador recibe, y que no se repite de la misma manera nunca más, como aquellas aguas de Heráclito, que nunca las mismas nos bañan dos veces.
Y hablando de públicos, dos son las virtudes que la actriz madrileña, criada entre Sevilla y Córdoba, destaca del de Huelva: por un lado, que reacciona sin pudor ante la comedia (no como esos públicos que ríen para adentro) y es gente acostumbrada a ir al teatro, que sabe arropar al actor.
Desde luego, aunque con esa sombra de tragicomedia que nimba la ‘Gibraltareña’, lo cierto es que hay momento para reír mucho, con un humor negro que califica Matilla de “diferente a otros, porque te da una fortaleza que te dura unos días para decir: con lo corta que es la vida hay que disfrutarla”.
Desde luego, no es obra para pusilánimes, porque estamos ante una función “que llega”, porque cuando vas a ver comedia o drama, sabes a lo que vas, pero la tragicomedia, como que te coge de sorpresa, y uno “nunca está preparado”, porque “te ríes de cosas que te hacen daño, y aún así, eres consciente de que te has reído”.
No son poco pues los alicientes para acudir este viernes al Gran Teatro para disfrutar de una gran obra, y sobre todo, de una actriz como la copa de un pino de los de Doñana.