Se trataba de un empresario que siempre viajaba a Madrid en coche pero, al sentirse cansado, decidió hacerlo en un tren
La sesión de este miércoles del juicio por el accidente del Alvia ha sido corta, de apenas una hora, pero muy dura por los testimonios de familiares de fallecidos, como el de un chico que acabado su Erasmus tuvo que dejar todo para hacerse cargo de la empresa de su padre, fallecido en esa tragedia.
Se trataba de un empresario que siempre viajaba a Madrid en coche pero, al sentirse cansado, decidió hacerlo en un tren.
A la casa en la que convivía con los suyos, entre ellos habitualmente este joven, así como su otra hija con su marido y su niño, y su mujer, con la que llevaba 34 años de matrimonio, ya no pudo regresar después de ese desplazamiento.
Su vida se apagó el 24 de julio de 2013. Su hijo tuvo que recibir tratamiento psicológico durante un tiempo. "Tuve que dejarlo todo y ponerme a trabajar en la empresa", ha relatado en la sala, instalada en un edificio de la Ciudad de la Cultura de Galicia.
Son dos los acusados en este caso, el maquinista Francisco José Garzón Amo y el director de seguridad en la circulación de Adif en el momento de la puesta en funcionamiento de la línea entre Ourense y Santiago, Andrés Cortabitarte.
Se les imputan, a uno y a otro, ocho decenas de fallecimientos por imprudencia grave profesional, 145 de lesiones por el mismo motivo, y un delito de daños.
El Ministerio Fiscal solicita para cada uno cuatro años de prisión y demanda la inhabilitación del maquinista para su oficio durante el tiempo de la condena y la del cargo de Adif para cualquier profesión que implique gestión, seguridad o responsabilidad en este tipo de infraestructuras.
La reclamación total de daños y perjuicios en materia de responsabilidad civil asciende a 57.686.635,93 euros.