Merkel se ha dirigido a las familias de las víctimas --ocho turcos, un griego y una policía alemana-- en un acto de recuerdo en el que ha descrito estos crímenes como una vergüenza y un ataque contra la democracia alemana.
"El trasfondo de estos asesinatos permaneció oculto durante demasiado tiempo. Esa es la cruda verdad (...). Estos años deben de haber sido una pesadilla interminable para vosotros", ha reconocido la canciller en la Sala de Conciertos de Berlín. "Por ello, os ruego que nos perdonéis", ha añadido.
Casi nadie en Alemania pensaba que el responsable de esas muertes podía ser un grupo de ultraderecha. Los responsables de la investigación analizaron su posible relación con mafias y con actividades de narcotráfico e incluso investigaron a familiares de las víctimas, según Merkel.
Pero, el pasado noviembre, el país entero se sorprendió cuando se supo que esos asesinatos los había cometido un grupo extremista llamado Resistencia Nacionalsocialista y que hasta ese momento nadie se había dado cuenta. La existencia del grupo se conoció por casualidad después de que dos de sus miembros se suicidaran tras llevar a cabo un atraco frustrado en un banco y de que una cómplice incendiara un piso utilizado por el grupo.
La Policía encontró pistolas, parafernalia neonazi y un vídeo grotesco en el que se veían los cadáveres de las víctimas, así como montajes de dibujos de la Pantera Rosa señalando los lugares donde se cometieron los crímenes. "Gira por Alemania - Nueve turcos muertos a tiros", se leía en una pancarta en los dibujos.
RACISMO
La mayoría de las víctimas tenían pequeños negocios o puestos de comida rápida en distintas ciudades alemanas. "Mi hijo murió en mis brazos, en 2006, en el cibercafé donde le dispararon", ha declarado Ismail Yozgat sobre su hijo Halit, que murió con solo 21 años. Yozgat ha pedido en el acto que se ponga el nombre de su hijo a la calle de Cassel donde fue asesinado.
Semiya Simsek, cuyo padre, Enver Simsek, fue tiroteado en su puesto de flores en Nuremberg cuando tenía 38 años, ha señalado que, durante varios años, su familia no podía considerarse una víctima porque se sospechaba que su padre estaba relacionado con actividades delictivas.
"¿Se pueden imaginar cómo me sentí cuando vi que mi madre estaba siendo investigada?", ha dicho en un conmovedor discurso. "Hoy me torturo preguntándome si Alemania es mi hogar (...). ¿Cómo puedo estar segura de ellos cuando hay personas que no me quieren aquí porque mis padres son de otro país?", ha manifestado.
En Alemania viven casi tres millones de personas de origen turco. Muchos emigraron para satisfacer la demanda de mano de obra que había después de la Segunda Guerra Mundial y contribuyeron a hacer realidad el "milagro económico".
El presidente del Consejo Musulmán Central, Aiman Mazyek, ha advertido este jueves de que en Alemania están aumentando las agresiones racistas y que los prejuicios se están convirtiendo en un problema endémico. "No podemos hacer como si hubiera pasado nada, esto marca un hito. Antes restábamos importancia al racismo, considerándolo un problema marginal o cosa de los neonazis, pero el racismo está avanzando y llegando al centro de la sociedad", ha declarado a la emisora de radio Deutschlandfunk.
En muchas oficinas de Alemania han guardado un minuto de silencio este jueves en memoria de las víctimas.
Desde noviembre, la Policía ha reabierto todos los casos no resueltos desde 1998 que puedan tener un móvil racista porque se cree que los servicios de seguridad infravaloraron la amenaza de los grupos de ultraderecha durante años y se fiaron de informantes que pertenecían a esos círculos.