Las elecciones locales propician la imagen de concejales y alcaldes volcados en sus pequeños municipios, donde la política se rige por leyes a veces muy distintas de las que marcan la vida política nacional, que también tiene sus "políticos de pueblo" en primera línea.
Son diputados y senadores que viven en pueblos con pocos habitantes, a cuyos vecinos conocen por el nombre de pila, con quienes conversan por la calle y a los que aseguran tener presentes cuando viajan a la capital para asistir a los plenos de las Cortes.
EFE ha conversado sobre su condición de "políticos de pueblo" con cuatro senadores y un diputado. Todos sin excepción se muestran orgullosos de este título y presumen de lo bien que se vive en sus lugares de origen, de donde no quieren desprenderse pese al compromiso que, también coinciden, les ha llevado hasta Madrid.
LA CUARTA AUTORIDAD DEL ESTADO VIVE EN UNA PEDANÍA DE 1.600 VECINOS
El presidente del Senado, Ander Gil, es la cuarta autoridad del Estado pero sigue viviendo en una pedanía del Valle de Mena, en el norte de Burgos, donde conserva sus orígenes, familia, amigos y recuerdos de infancia. Allí duerme fácilmente gracias a un silencio del que carece Madrid, ciudad "excesivamente ruidosa" en la que le cuesta más descansar, según confiesa.
Gil no solo se declara "político de pueblo", sino que milita en la condición de tal, y de su boca solo salen alabanzas sobre las ventajas que para un representante público tiene haberse curtido, como él, en la política municipal; fue concejal y teniente de alcalde de Villasana de Mena (1.654 habitantes).
"Yo creo que es una buena escuela de democracia", explica a EFE mientras subraya el tesón de la gente de pueblo -"somos bastante peleones", apunta-, y reconoce que le gusta muchísimo conversar con sus convecinos, que le aprecian y están orgullosos de que presida el Senado.
Él no ve más que ventajas en la procedencia rural de un político puesto que los políticos de pueblo, sostiene, "tienen que agudizar mucho el ingenio" porque los municipios tienen muy pocos recursos y muchas necesidades y ello les obliga a desarrollar "capacidades muy interesantes" a la hora de asumir mayores responsabilidades.
Añade que "la gente de pueblo se deja liar poco" porque "es muy pragmática", como le pasa él. "Yo soy un político que me dejo liar poco y que me caliento poco la cabeza", remarca, y por ello evita las formas "abruptas" en los debates plenarios para no dejarse llevar por "el ruido y el acaloramiento".
Hay más cosas; Ander Gil está convencido de que los que cuentan con una experiencia política local son "más dados a relativizar las dificultades y a no dar ninguna batalla por perdida" y que su gran éxito es "sobreponerse a las dificultades".
No olvida invitar a conocer su patria chica -"un gran pueblo", insiste-, mientras desgrana su crítica a la mirada "demasiado urbanocentrista" con la que se topa cada vez que revela que procede de una pedanía de Burgos y que tarda cuatro horas y media en llegar a Madrid.
"¡Uf, qué lejos!", le dicen. Y él siempre contesta "¿Lejos de dónde?", porque "todo depende de donde uno sitúe el centro" y opina que la distancia entre el mundo rural y la urbe no se mide en kilómetros sino en "calidad de vida". Le suelen decir: "Es que eres muy de pueblo".
LA PORTAVOZ DE ERC EN EL SENADO CREE QUE PASAR POR UN AYUNTAMIENTO "ES EL MÁSTER EN POLÍTICA"
Mirella Cortès es portavoz de ERC en el Senado, pero antes fue alcaldesa de su pueblo, Sallent (Barcelona), con 6.805 habitantes, donde sigue residiendo, conversando con sus gentes y escuchando a unos y otros como cuando tenía responsabilidades municipales.
"Yo siempre digo que haber pasado por el ayuntamiento es el máster en política. Porque al estar aquí ves las cosas desde otro prisma, desde otro punto de vista", comenta en su despacho de la Cámara Alta.
Ese "conocer de cerca y de tú a tú los problemas que vive la gente cada día" es algo que en su opinión nunca se puede perder. "Nunca he querido perder de vista el ser de pueblo, el vivir en un pueblo".
Pese a que en su municipio todo esté cerca y en Madrid haya tenido que acostumbrarse a pasar muchas horas sola, a comer y cenar sola cuando acude a los plenos del Senado, afirma que todo el esfuerzo de los ocho años en la Cámara Alta ha merecido "mucho la pena".
Cortès es, pues, una alcaldesa de un pueblo catalán, maestra de profesión -lo que le ha granjeado fama de paciente- a la que le gustan los retos, y bajo esa perspectiva valora su salto a Madrid.
"En los cambios es cuando se aprende, es cuando creces, cuando te encuentras con todas las dificultades personales y políticas", sostiene la senadora, para quien los políticos con experiencia municipal, sobre todo de enclaves pequeños, tienen otra forma de ver las cosas.
"Yo he barrido y he fregado el salón de plenos. He puesto las sillas en la calle, las he limpiado, he fregado algunas salas para hacer actos. No pasa nada, porque yo friego cada día en mi casa, lo hago todo. Nunca se me han caído los anillos para trabajar. Y esto es lo que se hace en los pueblos, arremangarse y ponerse al lado de toda la gente", concluye Mirella Cortès.
EL ALCALDE DE VILLALÓN DE CAMPOS: "TUS JEFES SON LOS VECINOS"
José Ángel Alonso, de 30 años, el diputado más joven del grupo popular en el Congreso, es también alcalde de Villalón de Campos (Valladolid) desde hace dos legislaturas y con aspiraciones a seguir otra, eso sí, sin renunciar a sus obligaciones como parlamentario nacional y pese a que le supongan un esfuerzo personal "enorme".
Comenzó en política a los 21 años y a los 22 ya consiguió hacerse, con mayoría absoluta, con la alcaldía de su localidad natal (1.523 habitantes), y coincide en que pasar por la política municipal es "el mejor máster que te pueda pagar tu partido".
Él no solo piensa que su experiencia en el ámbito local le ha dado "un plus", sino que está convencido de que si hubiera llegado a ser diputado nacional sin antes haber sido alcalde no habría alcanzado el puesto con la misma preparación. Por ello habla de la empatía necesaria entre el trato con los vecinos, en el día a día de un pueblo donde vive y en el que todo el mundo tiene su teléfono.
"Creo que el pasar por la política municipal es un plus y creo que mucha gente que llega a altos cargos y tiene problemas de empatía e incluso de capacidad de trabajo no lo tendría si antes hubiera pasado por una administración local", resume.
Alonso afirma que sus convecinos están orgullosos de tenerlo como diputado, relata anécdotas de los muchos problemas que tiene que resolver desde que es alcalde y concluye que esta tarea es lo que le hace "ser permanentemente consciente de que de tus jefes son los vecinos".
Es más, aunque como diputado él ha participado en la redacción de leyes importantes, admite que la gestión municipal da una satisfacción mayor porque tiene "impacto en la vida de la gente" y sus efectos son más palpables, como abrir una guardería en su pueblo, un gimnasio, o reformar el centro de salud.
Ello pese a los inconvenientes que supone compatibilizar las dos "ligas" políticas en las que juega, la nacional y la local, o el esfuerzo de tener que desplazarse siempre en su coche a Madrid porque es el modo más rápido de viajar a la capital.
Dudó si presentarse de nuevo a alcalde de Villalón, pero decidió dar el paso.
"Al final lo he dado porque de verdad en mi pueblo siento el cariño de la gente", asegura, recordando divertido lo que le dijo su madre cuando concurrió por vez primera a los comicios municipales: "¿A ti alguna vez te ha faltado de algo para que te metas en esto?".
LOS SENADORES DE TERUEL EXISTE: DE SU PUEBLO AL ESCAÑO Y VUELTA
Caso diferente es el de los dos senadores de Teruel Existe elegidos en las últimas elecciones generales: Joaquín Egea y Beatriz Martín Larred, porque ambos saltaron directamente de sus pueblos, donde no ocupaban responsabilidad pública alguna, a su escaño en el hemiciclo de la Plaza de la Marina Española.
Ahora, con las elecciones municipales a la vista, ambos serán candidatos a concejales en sus respectivos municipios turolenses, Alcañiz, con 16.054 habitantes, en el caso de Egea, y Bueña, con solo 51 vecinos empadronados, donde vive su compañera Martín Larred.
"No tenemos una vocación política. Éramos ciudadanos normales con nuestros trabajos -yo en mi caso estaba involucrada en el asociacionismo- pero casi repelía la política, no me gustaba nada", revela la senadora de Teruel Existe, quien después de tres años en la Cámara Alta sí cree que su presencia era necesaria.
Joaquín Egea apunta que "el shock no es por si vienes de ciudad o de pueblo, sino si vienes de una cultura política o no", así que en su caso no piensa que proceder y vivir en un pueblo sea lo que más haya determinado su manera de actuar en Madrid, sino el hecho de que ellos desconocían por completo la vida parlamentaria.
Sin descuidar ambos el contacto con la gente de sus pueblos, donde también quieren ser concejales, ahora saben que la política "afortunadamente no es lo que ves por televisión, ni el teatrillo de las sesiones de control del Congreso", explica el senador.
Beatriz Martín apostilla que sus orígenes les permiten "dar ejemplo" de cosas que suceden en la España despoblada de la que proceden. Un ejemplo: en una ponencia sobre el deporte de base algunos senadores admitían desconocer la realidad de esos pequeños pueblos "donde no tienes niños suficientes para organizar un partido de fútbol".
La senadora turolense se declara algo defraudada con la realidad que se ha encontrado en los grandes partidos, que, reprueba, "no miran lo que es mejor para el ciudadano", sino a lo que más interesa a su formación.
Para todos ellos no falta el aprecio de sus vecinos, que les paran por la calle y exhiben su satisfacción por verles en el Parlamento. Egea (20.686 votos en 2019) dice que las bromas de algunos amigos ahora son un poco más pesadas, pero siguen siendo amigos.
Y Martín Larred (19.060 votos), que consiguió el escaño cuando todavía estaba embarazada, explica que la conciliación sigue siendo lo más duro, y eso que tiene el apoyo de su familia para cuidar de un hijo que ha crecido con la legislatura. Ya tiene tres años.
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El Congreso y el Senado también tienen sus "políticos de pueblo" y orgullosos de serlo
Son diputados y senadores que viven en pueblos con pocos habitantes, a cuyos vecinos conocen por el nombre de pila, con quienes conversan por la calle
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