Asensi, hojas de hierba

Publicado: 30/03/2018
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Como aquellos maestros Asensi ha sido el continuador de la Academia Malagueña de Ciencias
Walt Whitman tituló Hojas de hierba a un gran poemario épico. En él resulta exultante el poema Oh, capitán, mi capitán. Esta maravilla lírica fue inmortalizada con gustosa emotividad en una escena de El Club de los poetas muertos que se ha consagrado como el mayor de los homenajes que los discípulos pueden dedicar a su maestro. Decir discípulo es decir más que alumno, y decir maestro es más que decir impartidor de clases.c es uno de esos maestros, inquieto e imaginativo. De carácter parco, herencia de su barrio de Chupitira, siempre estápresto a enseñar, que es más que impartir clases. La Universidad actual mira de manera vejatoria a estos grandes valores, que por su edad empiezan a abandonarla. Es otra fuga de cerebros. El Gaudeamus igitur que con tanto boato entonamos es unsarcasmo que se alegra de la juventud y tacha de molesta a la senectud, como en el retrato de Dorian Gray en el que hay quien se embriaga.

Alfredo es uno de esos grandes botánicos malagueños que, como Prolongo, Haenselero Laza, saben que el estudio de las plantas, de esas hojas de hierba, no eran la meta, sino el servicio que a través de ellas se les presta a la sociedad. Como aquellos maestros Asensi ha sido el continuador de la Academia Malagueña de Ciencias, institución centenaria que introdujo a Málaga en los escenarios científicos más vanguardistas, siendo conscientes de lo que significa en realidad Carpe diem. Hoy a la Universidad la han convertido en una guardería de jóvenes, premiando alos que se manejan en la lengua de Shakespeare, pero que ignoran la deCervantes porque jamás leyeron El Quijote. En su soberbia no transmiten más allá de aquella minúscula parte del saber resultado de sus investigaciones. Desconocen que es ser discípulo y no llegarán a ser maestros, porque van tan sobrados que nunca reconocerán tener uno.

Alfredo nos deja cuando más en crisis está la esencia de la institución. Me pregunto cuando él y otros veteranos botánicos se vayan quién pondrá nombre a las plantas. Puedes decir como Whitman que, después de esta travesía de más de cuatro décadas, has sorteado todos los escollosy que el precio que pediste lo has ganado. Oh Alfredo, mi capitán.

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