El primer día de septiembre es una prolongación de su extenso mes predecesor.Es ese día en el que tras los cordiales saludos de reencuentro hay que responder a lapregunta de dónde has estado. Antes los amigos te invitaban a una cena tras la cual tocaba una tediosa sesión de diapositivas u horas de soporíferos vídeos, pero que al final la paciencia era recompensada con un recuerdo en forma de imán para el frigorífico. Hoy no. El embelesado protagonista saca su móvil y empieza a enseñar unas cuantas fotos como testimonio de que estuvo lejos. Así el 32 de Agosto se convierte en el precalentamiento del mes que a muchos irrita. Un noveno mes que en principio era séptimo, como se reconoce en su nombre, pero que los caprichos de los césares Julio y Augusto desplazaron, tal vez siendo conscientes de que era mejor que se les recordara en calendas más propicias.La cruda realidad de la vuelta al cole, los exámenes de recuperación, el pago de seguros y de impuestos harán de este mes un calvario.
Los primeros días de este mes son jornadas de readaptación a la rutina, al puesto de trabajo para aquellos que lo poseen y de lunes al sol para los que mantienen la esperanza de encontrarlo. Manolo El Espetero, un asiduo del metro, ya me lo advirtió hace unas semanas, este verano ha sido peor que el invierno. La gente no gasta, viene con los bocatas puestos. Muchos hacen costing, una peculiar manera de llamar a la forma de hacer turismo a costa de amigos y familiares. Los bolsillos están hambrientos. Es el retrato de un momento en el que el hábito de veranear no está acompañado por un mayor poder adquisitivo, porque los salarios siguen congelados a pesar de los importantes beneficios empresariales y bancarios. Este 32 de agosto amaneció con la noticia del récord de parados en un solo día. Pese a que la ministra de trabajo vive en un país de las maravillas, que tiene una primavera del empleo, la realidad es la que pinta Manolo, seguimos viviendo un invierno que dura una década y que congela todo lo que rodea a los resignados ciudadanos, que a pesar de todo no renuncian a cambiar de aires cada agosto.