Muchos aprendimos de pequeño que antes de pisar una hormiga debíamos pensar que nosotros podíamos ser tan diminuto insecto. La imagen de ser aplastados por una bota de enormes dimensiones bastaba para aprender a respetar lo que nos rodeaba. Ponerse en la piel del otro es siempre la mejor lectura de la realidad para poder valorar los hechos. El próximo lunes se celebra desde hace más de cuarenta años el Día mundial del medio ambiente. En esta edición el lema elegido es todo un alegato a la posición que debemos adoptar con nuestro entorno, estamos con la Naturaleza. Tal vez lo más apropiado hubiese sido recordar que somos también naturaleza, aunque a veces seamos su peor enemigo y por ende que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos. La Naturaleza es mucho más que bellas florecitas y fascinantes aves, es nuestro hábitat.
Para aquel rico blanco nacido en el barrio neoyorquino de Jamaica, paradojas de la vida, debió marcarle sus sentimientos para considerarse una raza superior sobre sus congéneres y sobre la naturaleza en general. Así era fácil convertirse en un palurdo imitador de John Wayne y luego en el líder de unos compatriotas que aplauden los exabruptos con los que se erige en el sheriff de la aldea global. Ponerse en la piel de los demás es una virtud que desconoce, no importándole romper con un tratado sobre el cambio climático que nos afecta a todos, a la Naturaleza y a nosotros mismos. Él ve en las desgracias colectivas un motivo para un gran bussiness, e intenta aplastar a todo ser viviente con la bota de la superpotencia militar que lidera.
El próximo 5 de Junio estaría bien que usted mirara a su alrededor o solo a sus pies y buscara un poco de Naturaleza. Si por casualidad se tropieza con una hormiga pregúntele por Trump. Con su silencio se estará mofando de tan nefasto personaje y decidirá seguir a lo suyo, proveyendo al hormiguero de comida para cuando llegue el otoño. Entonces seguro que concluirá que usted también está con la Naturaleza.