El equilibrio perfecto para que dos especies en la naturaleza prosperen mediante lazos de mutuo apoyo se alcanza mediante la simbiosis, un mecanismo mucho más extendido de lo que se presumía.El caso más elocuente son esos líquenes que tapizan los tejados de nuestras casas, en los que un alga y un hongo se prestan sustentos equitativos, hasta tal punto que su asociación es indisoluble y ninguno de los dos puede vivir sin el otro. El éxito de estos simbiontes es tal que se han perpetuado durante cientos de millones de años y hoy viven desde las rocas heladas de la Antártida hasta las ardientes arenas de los desiertos. Pero existen otras formas de vincularse, algunas tan solidarias como el comensalismo, donde el invitado obtiene dádivas sin que el altruista hospedador reciba nada a cambio, y otras menos hospitalarias como el parasitismo, en el que el huésped se aprovecha del anfitrión, a veces hasta la propia ruina del mismo. Las sofisticadas estrategias desarrolladas por los parásitos parecen urdidas por maléficas mentes humanas.
En nuestra sociedad, al igual que en la naturaleza, las relaciones personales cuando buscan un destino común tienen comportamientos similares a las demás especies. Quién no conoce a un trepa ambicioso, se ha tropezado con un envidioso o ha observado las fechorías de algún parásito,todos con el denominador común de progresar a costa de los demás. Son las formas genuinas del parasitismo humano, que igualmente pergeñan sofisticadas artimañas para lograr sus objetivos. La analogía humana del comensalismo natural sería la solidaridad, tan rara en una esfera como en la otra. Sin embargo si en algo nos distanciamos de la Naturaleza es en el desarrollo de modelos simbióticos. Los lobbies son los líquenes de nuestra sociedad. Ellos mejor que nadie han entendido que las asociaciones de mutuo apoyo son la mejor forma de prosperar sin quedarse fuera del sistema. Estos lobbies son positivos si surgen desde formas reguladas y con buenos propósitos, extendiendo sus beneficios a los entornos inmediatos. Pero cuando surgen desde la tentación de la clandestinidad y con una finalidad de lucro, su oscura presencia solo sirve para atacar al interés general. No piensen que estos andan allá por tierras de ultramar, los hay tan cercanos a nosotros que cuando se manifiestan logramos vislumbrar entonces aquello que nos resultaba incomprensible.