Tal vez sea que el viento de la crisis actual esté impulsado hacia arriba el vuelo de la gaviota, pero también hay que reconocer que las huestes populares están tomando decisiones a nivel provincial que son adecuadas para sus intereses electorales. Las primeras encuestas realizadas así lo certifican y dejan muy a las claras que a día de hoy cuesta menos para un encuestado reconocer un voto popular que hacerlo en la otra dirección, exactamente lo contrario de hace cuatro años. Es lo que se significa como el voto de castigo, que elección tras elección gana en porcentajes porque el ciudadano, cada vez más, vota contra algo que a favor de algo. Pero en toda esta corriente hay factores determinantes en la provincia de Cádiz, como son por un lado la interminable división interna que vive el Psoe provincial y las acertadas decisiones que ha tomado el PP el lugares como El Puerto, consolidando a su candidato, Chipiona, nombrando a Antonio Peña, Sanlúcar, renovando a toda la agrupación, o, como último caso, San Fernando, jugando con Antonio Moreno para fomentar un debate interno y público y nombrando a última hora a Loaiza, que sin duda es la decisión más acertada por diversas y evidentes razones. El cambio en La Línea es bueno y, por lo demás, la corriente nacional les favorece en sitios como Jerez y en otras pequeñas poblaciones de la sierra o del campo de Gibraltar.
Por el contrario, el Psoe continúa a lo suyo, que por un lado es posicionarse en el campo de batalla y por otro confiar ciegamente en que el pueblo, su pueblo, recapacite y al final se deje llevar por ese sentimiento de izquierdas que siempre ha terminado por darles el triunfo en las urnas. Pero el pueblo, su pueblo, está que trina, y cuando trina no come, y cuando no come no reconoce ni a su señor padre, por mucho que éste fuera de izquierdas y que puño en alto cantara la internacional en Suresnes.