Decía Paco Cabañas esta semana que el regreso a la política de Antonio Moreno y Pedro Pacheco le suena a El retorno del Jedi. Como el teléfono de George Lucas comunica, me voy directo a Wikipedia. Un Jedi es un personaje de un gran poder y sabiduría perteneciente a una orden mística, cuya filosofía es obtener el máximo poder de la fuerza para no sucumbir a la influencia del lado oscuro, dejando de lado odio, ira, miedo y basándose en el control del pensamiento. ¿Lo cualo? Retornen o no, a ninguno de los dos les veo en meditaciones profundas en busca de la paz interior y de la armonía universal. Continuando el simil cinematográfico del presidente de Diputación, más bien veo a Moreno como la princesa Leia, siempre buscando la reconquista de su imperio, y a Pacheco, sin duda, como Darth Vader, que al principio era bueno pero se volvió malo y al que no matan ni cien naves tras él cosiéndole a tiros. Otra cosa, y perdón por caer en el chiste fácil, es buscarle un casco negro… -entra Pedro en el Motorista y dice: “…vengo porque me gustaría ver un casco para mí…”, y le contesta el dependiente: “…y a mí, alcalde, y a mí…”-. Pues eso.
Me pongo serio. El problema está en que nunca nadie se ha atrevido a acometer ningún tipo de reforma que regule a los políticos, a los años que pueden optar a los cargos, a la formación que deben tener para hacerlo. A nada. Son ellos mismos los que, conociendo el juego, van y vienen, y vuelven, porque conocen el paño y se desenvuelven de miedo en él, para pitorreo del electorado que, sumiso e indignado, no puede hacer nada. Solo votar a lo que hay y callar. Y por eso es tan complicado que gente joven y apta llegue, porque los que están lo taponan todo y lo hacen siempre “por el bien del pueblo” y porque, digan lo que digan, se tiene una vida más prestigiada y cómoda en la política que, por ejemplo, en la tiza. ¿U no? Que un presidente del Gobierno no sepa un pijo de inglés y cualquier niño de hoy lo hable con soltura me lleva a reflexionar cosas.
Termino con otro simil cinematográfico. A Cabañas se le ve cierto parecido a Errol Flynn en Murieron con las botas puestas. Al menos en el tupé.