La vida nocturna volvía a ver la luz este pasado fin de semana. Con la finalización del estado de alarma en la madrugada del pasado 9 de mayo terminaba también el toque de queda. Y con ello, las calles y los bares de la ciudad volvían a la vida. Aunque quizás más de la aconsejable en algunos casos. La zona del Paseo Marítimo fue muy frecuentada después de que el reloj marcara la medianoche, y no fueron pocos los botellones que se dispersaron tanto por la playa como por el centro.
Desde las administraciones ya temían que esto podía ocurrir al perder las comunidades autónomas las competencias para establecer una hora de toque de queda. El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, expresaba este lunes su “miedo” tras las imágenes presenciadas este fin de semana que ha descrito como “la conjugación explosiva” de jóvenes y alcohol. Según Moreno “es imposible” restringir las horas de ocio nocturno en la vía pública y ha indicado que “800 jóvenes concentrados tomando alcohol no podemos evitarlos”. Aunque es contradictorio teniendo en cuenta que en Andalucía existe la ley antibotellón desde finales del año 2006. Según la misma se regula “toda distracción que consista en la permanencia y concentración de personas en espacios abiertos del término municipal, que se reúnan para mantener relaciones sociales entre ellas, mediante el consumo de bebidas de cualquier tipo”.
Puede que en esa previsión de lo que estaba por venir la Junta decidió permitir que el ocio nocturno volviera a retomar la actividad desde la misma madrugada del domingo y con un horario que se extendía hasta las 2.00 horas.
Este sector, los hosteleros de la noche, sí que necesitaba ver la luz. Fueron los últimos en poder abrir tras la desescalada. No lo hicieron hasta la fase 3, es decir, hasta el mes junio del pasado año. Después de eso tuvieron pocas posibilidades para remontar. Los bares de copas –al menos aquellos que han podido abrir– han tenido que ir adaptándose semana a semana a las nuevas medidas y horarios que anunciaba el gobierno andaluz. “Ahora nos han reducido el aforo al 50%, pero al menos podemos abrir hasta las dos de la madrugada”, comenta Daniel Gallardo, gerente del Rollin’Rock Pub. Confiesa que el sábado pasado “abrimos a las 19.00 horas y en menos de una hora ya teníamos todo reservado, por lo que tuve el aforo completo hasta el cierre”. De hecho, “tuve que echar atrás cerca de un centenar de personas que quisieron entrar y no pudieron”. Sin embargo hay que resaltar que con las limitaciones tan sólo pueden estar en el local 35 personas, es decir “que tampoco es que se haya llenado el local y vaya todo muy bien, es que simplemente no pueden entrar más”.
Y es que es obvio que la gente tenía ganas de volver a salir a beberse las noches. Desde el karaoke Las 3 Décadas también celebran haber recuperado parte de su horario habitual. “El sábado fue un poco disloque, porque la gente salió como toritos de Miura”, asegura su propietaria y gerente, Amalia Llamas. Además señala que muchos “olvidan que tenemos seguir exhaustivamente la normativa”. Lamentaba además que la Policía Local “esté más pendiente de ir a pedir la documentación sobre licencias a los bares” mientras “que no hace nada para evitar el botellón en la calle”.
En cuanto a las expectativas, Llamas no quiere adelantarse e ir viendo poco a poco. “Hasta el 31 de mayo tenemos el horario hasta las 2.00 pues nos dan un margen para recuperarnos un poco, pero a ver qué pasa”. Aunque cree que “lo peor ya ha pasado” y que “cada vez hay más gente vacunada e iremos un poco mejor poco a poco”.
Otros pubs de la zona del casco antiguo aún no se han atrevido a abrir, ya que llevan tiempo sin estar en funcionamiento y prefieren no arriesgarse a realizar una inversión para la puesta a punto antes de ver cómo evolucionan las próximas semanas. Lo que está claro es que la temporada de verano dependerá del comportamiento de la gente y si siguen en la dinámica de este primer fin de semana podría peligrar.