El Heredero de la Corona, que presidió junto a doña Letizia Ortiz un acto seguido por la Reina desde un palco del Teatro Campoamor de Oviedo, reiteró su confianza “en la capacidad” de los españoles para construir un futuro más sólido y equitativo, “como ya lo demostraron con creces en las últimas décadas”.
“El paro hiere nuestra dignidad como seres humanos y constituye nuestra principal preocupación”, manifestó don Felipe en el discurso con el que se ha puesto fin a la entrega de los galardones.
Apostó por trabajar “sin miedo” y con la mirada en el futuro, “codo con codo y con espíritu constructivo”, para hacer el camino sin “esperar que sean otros los que resuelvan lo que a nosotros nos corresponde afrontar” poniendo en ese esfuerzo individual y colectivo “toda nuestra capacidad de emprender, de imaginar e innovar”.
El Príncipe expresó su agradecimiento a los organizadores y a los galardonados, de los que comentó que son “modelos supremos de esfuerzo sacrificado, inteligencia, nobleza, espíritu de superación y de cuantas cualidades enaltecen a los seres humanos”.
La directora general de la OMS recibió el Premio de Cooperación Internacional con el que ha sido distinguida esta institución y reclamó en una breve intervención una “mayor justicia a la hora de compartir los beneficios de los avances médicos”.
A su juicio, este galardón reconoce los principios que guían la labor de la OMS, basados en “el valor intrínseco de la salud para todas las personas y la importancia de la cooperación internacional para alcanzar mejoras sanitarias”.
El escritor albanés Ismaíl Kadaré, galardonado con el Premio de las Letras, también pronunció un discurso en el que recurrió al más universal de los personajes de las letras españolas, Don Quijote, para reivindicar la “independencia” de la literatura, y aseguró que el insigne hidalgo salido de la pluma de Miguel de Cervantes fue el único que consiguió detener al régimen comunista de su país.
El rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Ramón Narro, que recogió el Premio de Ciencias Sociales concedido a esta institución académica, reivindicó en su discurso el derecho a la educación como vía de superación humana.
Recalcó que el “verdadero saber” no puede ser neutro, sino que tiene que estar “impregnado de compromiso social” y que la modernidad debe traducirse en “mejores condiciones para los excluidos de siempre”.
Por último, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, que recibió el Premio de la Concordia concedido a la capital alemana cuando se conmemora el vigésimo aniversario de la caída del Muro, aseguró que su ciudad “se siente comprometida con el ideal” de “construir un nudo de la concordia en el corazón de Alemania y Europa que contribuye al entendimiento, la convivencia, la justicia, la paz y la libertad en el mundo”.
Además de Chan, Kadaré, Narro y el alcalde de Berlín, recibieron sus respectivos premios el arquitecto británico Norman Foster (Artes), el naturalista inglés David Attenborough (Comunicación y Humanidades), la pertiguista rusa Yelena Isinbayeva (Deportes), y los ingenieros estadounidenses Raymond Samuel Tomlinson y Martin Cooper (Investigación Científica y Técnica).
Por otra parte, don Felipe de Borbón convocó ayer, al finalizar la ceremonia de entrega de los premios, la 30 edición de unos galardones concedidos por una Fundación que deberá afrontar, coincidiendo con este aniversario, el reto de relevar a su creador, el periodista Graciano García.
El Patronato de la Fundación deberá buscar ahora el perfil adecuado para sustituir a García en el cargo de director y cumplir así los estatutos de la institución, reformados en 2007, que fijan en setenta años la edad límite para ocupar cargos directivos.
Nacido en Moreda, en el concejo minero asturiano de Aller, pocos meses después de la finalización de la Guerra Civil, el director de la Fundación Príncipe soñó en los primeros años de la incipiente democracia con una institución que vinculase el restaurado título de Príncipe de Asturias con la tierra que le daba nombre.
Después de haber impulsado y dirigido las publicaciones Asturias Semanal y Asturias Diario Regional, García contó con el respaldo del entonces jefe de la Casa del Rey, el también asturiano Sabino Fernández Campo, para empezar a definir su proyecto.
Tras obtener el respaldo de la Corona y pasar “los años más duros” de su vida, el 24 de septiembre de 1980 se constituyó la Fundación Príncipe dirigida por su principal impulsor y presidida por el financiero Pedro Masaveu, al que sucederían Plácido Arango, José Ramón Álvarez Rendueles y Matías Rodríguez Inciarte.
El objetivo, rememoró García, era lanzar al mundo, a través de unos premios, un mensaje en favor de la paz, la tolerancia y la concordia que dejara atrás “la carga pesimista” que arrastraba España desde hacía siglos y que impedía a sus ciudadanos realizar sus “mejores proyectos” desde la unidad.
Aquel “pequeño grupo de valerosos idealistas” como se refirió el Príncipe a los fundadores de la Fundación al cumplirse su vigésimo quinto aniversario, puso en marcha unos galardones convertidos con el paso del tiempo en los Nobel de habla hispana.
En esos primeros años, la lista de premiados distinguió a personalidades como la escritora María Zambrano, un gesto que suponía un reconocimiento al exilio español tras la guerra civil, y que tendría una prolongación en los premios concedidos después a Claudio Sánchez Albornoz o Josep Tarradellas.
El himno de Asturias volvió a cerrar, un año más, la ceremonia de entrega de los galardones.