La comunidad educativa del colegio Las Esclavas de Cádiz vivió ayer una de las jornadas más complicadas de su historia que podría haberse apagado a negra si la iglesia de este centro no hubiese estado clausurada de forma preventiva. Afortunadamente, no hubo que lamentar daños personales, aunque sí materiales y sentimentales, pues esta estancia, de unos 400 metros cuadrados y una capacidad para 300 personas aproximadamente, estaba cerrada desde el 1 de septiembre.
Todo comenzó a primera hora de la mañana, cuando apenas eran las 7.20 horas, un fuerte estruendo despertó a más de un vecino de la zona, poniéndoles en lo peor. El techo de la capilla se hundió y se vino abajo prácticamente en su totalidad, a excepción de dos cornisas. A partir de ahí empezaron a circular imágenes y vídeos captados por los residentes en los que ya se apreciaban los escombros a los que había quedado reducido el espacio sagrado de culto de cada domingo hasta este verano. De hecho, a su altura se encuentra una de las entradas para los alumnos más mayores que ayer también fue precintada .
Este fue el panorama con el que se encontraron las familias a las nueve de la mañana cuando fueron a llevar a sus hijos al colegio como cualquier día. Pero no era una jornada más. Bomberos, Policía Local, que regulaba el tráfico tras precintar la acera del edificio afectado, y técnicos municipales ya habían desplegado un operativo que se mantendrá este viernes.
Pese al susto, las clases, que hoy sí han sido suspendidas para proseguir las labores de demolición controlada del edificio de la iglesia, se dieron ayer con normalidad. Toda la que es posible ante este tipo de sucesos, con aulas desalojadas, al menos cuatro, de forma preventiva por su cercanía al edificio de la capilla. También fueron reubicadas de su residencia del edificio anexo al que sufrió el desplome las seis religiosas de la congregación de Las Esclavas. Los propios bomberos les ayudaron a coger algo de ropa y lo más urgente para su traslado a otro centro de la congregación.
“Estaban tranquilas”, señalan los efectivos para referirse a las hermanas, que mantuvieron la calma pese a su avanzada edad, algunas con 92 años. El propio jefe de zona de Bomberos de la Bahía, Ignacio Pérez, detallaba con plano en mano la intervención de los agentes, que se prolongó hasta por la noche para apoyar las labores de demolición de la fachada.
Junto con técnicos municipales ordenaron el derribo “inminente” de la fachada ladrillada que da a la avenida principal, la que da a la calle Rafaela María y otra que da al interior del centro “con peligro inminente” por su estado “ruinoso”. Aunque no quiso entrar en las causas del siniestro, el jefe de zona sí explicó que “fallaron algunos de los elementos estructurales principales -dos cerchas (vigas metálicas) que acabaron arrastrando al resto (del forjado) para caer en cadena”. Acto seguido, respiró aliviado. “Si llega a haber alguien ahí dentro, hubiese sido un desastre”, reconoció.
Tres circulares en 24 horas
“Estamos tranquilos porque el centro nos ha informado en todo momento, pero siempre te queda esa cosita”, señalaba poco antes de las dos una madre a Viva Cádiz mientras aguardaba la salida de su hija Otra señora lo tenía claro: “Era una muerte anunciada”, advertía para referirse al mal estado del citado inmueble .Ciertamente, la dirección del centro había remitido en las últimas 24 horas hasta dos circulares, a la que ayer a última hora se sumó una tercera para comunicar la suspensión de la clases.
En la primera, enviada el día antes del siniestro, les explicaban que la iglesia, cerrada desde el día 1, se encontraba pasando la Inspección Técnica de Vehículos (ITE), por lo que “va a ser necesario hacer algunas reparaciones en el techo”. Aunque afirmaban que “no había ningún peligro”, decidían por seguridad realojaban las aulas más cercanas. Tras el desplome, un nuevo comunicado hablaba ya de que la ITE había detectado “problemas serios en la estructura” el pasado miércoles. No dio tiempo a más. El resto, ya lo conocemos.
El equipo directivo ha agradecido las muestras de cariño recibidas, la labor de las fuerzas de seguridad y bomberos, mientras la comunidad educativa hace piña. Ayer muchas familias con sus hijos no dudaron en presenciar los trabajos de derribo, que muchos inmortalizaron con las cámaras de sus móviles, mientras las redes sociales se llenaron de fotos con mensajes de apoyo: "Hoy más que nunca, somos de Esclavas".
A lo largo de la tarde, durante la demolición, que siguieron atentamente, hubo momentos muy emotivos, cuando los bomberos iban recuperando elementos de imaginería de la capilla que sobrevivieron al siniestro: un cuadro de Santa Rafaela María, la corona del Cristo de la Iglesia, vasos sagrados y una talla de la Virgen.