La
vuelta al cole en Cádiz capital transcurrió con total normalidad en los centros educativos en una jornada de toma de contacto en la que los escolares aprovecharon para reencontrarse con sus compañeros
en el primer curso sin medidas de seguridad ni restricciones por primera vez en dos años desde que estalló la pandemia. Los
casi 7.000 alumnos gaditanos de los colegios públicos y privados -la Delegación territorial de Educación de la Junta en Cádiz sigue sin concretar los datos de escolarización por municipios- encaran de esta forma un curso en el que regresan las actividades extraescolares que tuvieron que sacrificarse por el coronavirus y en el que se implatará la LOMLOE, la nueva ley educativa y con la vista puesta en la elevada ratio y la falta de monitores para alumnos con necesidades educativas especiales, los caballos de batallas de los últimos años.
Pero lo más novedoso de ayer, mucho más incluso que los llantos de los más pequeños que empezaban en el “colegio de los mayores” por primera vez, eran los achuchones sin reparos a las puertas del centro, una
estampa entrañable que muchos echaban de menos. A nivel institucional, el Ayuntamiento de Cádiz, a través de la Delegación de Enseñanza, anunció ayer que ya ha solicitado una reunión con la nueva delegada territorial de Desarrollo Educativo y Formación Profesional y de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía, Isabel Paredes, con la intención de trasladar al Gobierno andaluz las principales inquietudes municipales de cara al inicio del curso escolar. La concejala de Enseñanza, Ana Fernández, explicó que se trata de “abrir una nueva etapa de diálogo con la Junta para tratar temas como las obras pendientes en los centros educativos o la situación de indefinición de determinados espacios como el Carmen Jiménez”, un edificio de titularidad municipal cedido que quieren recuperar.