Nuestro mapa del mundo

Publicado: 14/04/2020
Autor

Remedios Jiménez

Licenciada en Historia, docente y verso suelto

Atando Cabos

Una mirada sobre lo que nos pasa día a día, bajo los titulares de la incesante actualidad

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Las personas necesitamos espacio, cuánto campo, cuánta playa, nos faltan estos días. Pero no podemos resistir sin afectos
Un mapa es una representación de un espacio. El de nuestro mundo sería aquella porción en la que nos desenvolvemos cotidianamente. Recuerdo que una vez que quise comprar un coche, el vendedor me ofreció la opción de uno prácticamente nuevo de un cliente suyo que necesitaba venderlo. Fui a visitarlo y me comentó que los únicos kilómetros que le había hecho eran los que iban de su casa al supermercado. Este señor hacía la misma salida que se permite ahora y no estaba confinado. No reparamos en que toda la holgura que puede tener nuestro universo es la de unas vacaciones.

Seríamos muy ciegos si creyésemos que esa es toda nuestra geografía.Falta hablar del mapa de nuestros afectos. Este es como nuestro intestino, muchos metros encerrados en una cavidad, pero podemos extraerlo para reparar en su longitud.

Carmen Flores era una niña bajita para sus cinco años y perdió a su papá debajo de un camión, en una carretera de Barcelona. Dediqué muchos ratos a intentar imaginar cómo se mete un coche debajo de un camión, sin entenderlo.Durante ese curso, fue mi mejor amiga yme hacía reír como nadie.

A los siete años me separé de mi primer novio, sus padres se mudaron. No volvimos a bajar las cuestas con la bicicleta de su hermano, ni a compartir caramelos de nuestras manos sudadas.

Todo el mundo empieza a construir una larga extensión, dándole altura, volumen, márgenes, a su cosmos, desde que tiene palabra, desde que tiene memoria. Un día nos dicen que no podemos salir a la calle y todo nuestro infinito se nos muestra. Hay quien sufre una tremenda nostalgia, o se piensa que era más hueco de lo que imaginaba, pero si estamos vivos la creación de lazos continúa. Otros se dan cuenta de su riqueza y que les da para muchos encierros. No los quiera Dios y queden reducidos a San Fermín.

Las personas necesitamos espacio, cuánto campo, cuánta playa, nos faltan estos días. Pero no podemos resistir sin afectos. Éstos no tienen límites, recordémoslo, a veces sólo estamos a un timbre de teléfono.

 

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