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Artículo Primero

OTAN no es Paz

La OTAN se ha involucrado en los últimos años en un creciente número de conflictos de los que ha salido malparada

Publicado: 06/06/2022 ·
12:58
· Actualizado: 06/06/2022 · 12:58
  • Sede de la OTAN en Bruselas. -
Autor

Rafael Lara

Rafael Lara está en la Asociación Pro Derechos Humanos, antes por las libertades... o donde fuere por los derechos de las personas

Artículo Primero

Modestas reflexiones con aquel articulo primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

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  • No es cierto aquella máxima militarista de que “si quieres la paz prepara la guerra”. Si queremos la paz, trabajemos por la paz.

Con toda pompa y boato se ha celebrado en Madrid el 40 aniversario de la entrada de España en la OTAN el 30 de mayo de 1982. Y en unas semanas tendremos ocasión de acoger la Cumbre de la OTAN también en Madrid.

Desde luego, nadie como Putin, con su ilegal y criminal guerra en Ucrania, ha hecho tanto por la OTAN en toda su historia. Tanto es así que incluso Finlandia y Suecia han decidido abandonar su tradicional neutralidad y han pedido la entrada en la Organización

Recuérdese que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se creó con el objetivo declarado de oponerse a la que consideraban amenaza del llamado bloque comunista soviético. Nació en 1949 con la firma del Tratado por parte de EEUU, Canadá y 10 países europeos (Reino Unido, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Noruega, Islandia y Portugal). Eran los primeros años de la Guerra Fría.

Tras la entrada de la entonces Alemania Occidental, en 1955 la URSS creó su propia Alianza militar, el Pacto de Varsovia.

Parecería razonable que con la disolución de la URSS y del Pacto de Varsovia en 1991, al quedar sin su “enemigo fundacional”, la OTAN iniciara también un proceso de distensión y desmantelamiento propio. Y de hecho durante bastante tiempo la OTAN parecía como un pollo sin cabeza.

Pero si no había enemigo claro había que buscárselo porque la OTAN en realidad no fue nunca una organización defensiva, sino una enorme estructura que se daba sentido a sí misma con su propia existencia. La ampliación hacia el este para incluir a los antiguos países del bloque soviético, vulnerando pactos más o menos acordados en la época de Gorbachov, convertía a Rusia en la nueva potencia, aunque venida a menos. De esta forma de aquellos primeros 10 países que la conformaron en 1949, hoy son 30 estados los que la integran, fundamentalmente países exsoviéticos.

Y es que, en realidad, pese a la abrumadora campaña de legitimación emprendida con la guerra de Ucrania, la OTAN nunca ha tenido por objetivo defender la democracia y los llamados valores occidentales, ni ha sido un factor de paz. Siempre ha estado al servicio de los intereses estratégico-militares-económicos de EEUU a los que principalmente los países europeos se pliegan con docilidad porque consideran que con la OTAN tenemos subcontratado un hipotético paraguas defensivo.

En tanto, la OTAN se ha involucrado en los últimos años en un creciente número de conflictos de los que ha salido malparada, no sin antes provocar incontables víctimas civiles y destruir y hacer inviables los países en los que intervenía. Así ocurrió en la ex Yugoslavia en los años 90 y posteriormente en Irak, Afganistán o Libia.

Desde luego, nadie como Putin, con su ilegal y criminal guerra en Ucrania, ha hecho tanto por la OTAN en toda su historia. Tanto es así que incluso Finlandia y Suecia han decidido abandonar su tradicional neutralidad y han pedido la entrada en la Organización. Y el resto de los países, empezando por Alemania y terminando por España, se aprestan a incrementar brutal e irracionalmente sus presupuestos militares ¡Nefastas noticias a juicio de quien escribe!

Más aún asistimos a una gigantesca operación de legitimación del militarismo y de desprecio y ocultamiento de cuantos defienden la vía de la paz y la negociación. La OTAN y el incremento de los gastos militares ni es la solución, ni nos van a hacer avanzar en la paz, ni van a convertirnos en sociedades y países más seguros.

No es nada iluso defender que la ONU debe recuperar su papel de facilitador de la paz, porque ha estado clamorosamente ausente en la búsqueda de salidas a la situación provocada por la criminal guerra de Rusia contra Ucrania. Para ello, debe abolirse definitivamente el “derecho de veto” en el Consejo de Seguridad, tanto para Rusia como para EEUU o cualquier otro Estado.

También le corresponde a la ONU luchar contra otras consecuencias no menos graves de esta guerra en todo el mundo: Rusia, al impedir la exportación de cereales de Ucrania, está provocando un aumento de precios y hambrunas en varias regiones del mundo. El embargo de petróleo y gas ya ha provocado la importación de gas de esquisto estadounidense a Europa, lo que es un desastre para el clima y para el planeta.

No es cierto aquella máxima militarista de que “si quieres la paz prepara la guerra”. Si queremos la paz, trabajemos por la paz.

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