Los que han visto crecer al Antequera Blues Festival, lo llaman ahora el club más grande del mundo. No sólo por eso de que la música atraviesa fronteras sino porque lo que hoy se reconoce como uno de los encuentros más veteranos dentro de este estilo musical nada tiene que ver con sus comienzos hace ya 25 años. Fue en 1988 cuando un grupo de amigos se aventuraron a aprovechar la monumentalidad y centralidad de la ciudad para convertirla en referente de una música que contaba aún con pocos seguidores en el país, y mucho menos al sur de España, nada les hacía pensar entonces que lo que comenzó como una buena experiencia musical que ofrecer a los antequeranos y vecinos de la zona, convertiría a la Colegiata de Santa María en un escenario privilegiado en el que congregar a cientos de personas. Así, en 1988 la Plaza de Toros de Antequera acogió el primer concierto del Antequera Blues Festival, poca gente y pocos medios, pero mucha ilusión con la que supieron calar en un público que ya entonces se enganchó y fue relacionando verano con blues en la ciudad.
Comienza a forjarse la filosofía que marcaría a este festival en años posteriores: últimas horas de las tardes de verano, buena música, espacios monumentales, y estilos para todos los públicos. Ingredientes que fueron atrayendo a aquellos que nunca antes habían escuchado blues y que hicieron que Antequera acogiera, junto con dos ciudades del norte, uno de los festivales nacionales de más renombre.
La Colegiata se convirtió entonces en un escenario privilegiado, en uno de los símbolos de este festival, congregando a familias, grupos de amigos, turistas, y personas de toda España… que llegaban y llegan a la ciudad para empaparse de uno de los ritmos musicales con más historia.
Así han pasado por los diferentes ciclos nombres como Jerry Gonzalez, Jorge Pardo, Soff Machine, Big Joe Turner,Otis Grand, La Blues Band de Londres, James Hunter, Tonky Blues Band, Sherman Robertson, Pedro Cortejosa o Raimundo Amador.
Desde 1988, y con un parón desde 1991 hasta 1995, el festival ha sabido mantenerse, adaptarse y crecer hasta crear un espectáculo que ha ido más allá de la música, despertando otras muchas sensaciones. Poetas que han narrado sus historias al ritmo de las notas más nostálgicas, pintores locales como Martínez Labrador que han conseguido plasmar el blues en el lienzo, e incluso el mundo del circo o proyectos humanitarios.
Hoy el Festival mira al futuro, a la espera de que, a pesar de que en la mayoría de las instituciones no salen las cuentas, la trayectoria y el seguimiento que el Antequera Blues Fetival ha tenido y tiene le ha asegurado un hueco en los presupuestos municipales y de la Diputación Provincial.
De este modo, el verano ya ha comenzado y en fin de semana pasado volvió a sonar el blues en la Colegiata de Santa María, un entorno cuyos muros han sido testigos del devenir de varios siglos de la ciudad, y que ahora forma ya también parte de la historia de este festival que ha conseguido unir al nombre de Antequera la palabra blues.