Un año más, cuando llega el mes de julio, los vecinos del barrio del Carmen de Antequera veneran a su patrona Carmelita. Este año además, se cumplen 500 años de la llegada de la comunidad religiosa Carmelita a la ciudad por lo que la celebración se vivió de un modo especial ya que desde el propio centro escolar Carmelita fueron numerosos los actos que se prepararon desde el mes de octubre pasado. En octubre de 1513 llegó esta congregación, procedente de Europa, hasta la ciudad de El Torcal, aunque no sería hasta 1947 cuando comenzaron a desarrollar una función educativa que se inició en la escuela de la Soledad, ubicada en el barrio del Carmen. El peso histórico de los Carmelitas en la ciudad se ha extendido hasta hoy día ya que destaca como uno de los principales centros de enseñanza del municipio.
«Para mí es parte de mi familia, nuestros hijos respiran el buen ambiente que se vive y participan en las actividades extras que se organizan», destacó Juana Trujillo, profesora de este centro. La evolución contínua en materia educativa ha posibilitado que en Antequera sean los Carmelitas una referencia. «Apostamos por la formación diaria y la vanguardia tecnológica con una implicación del profesorado en idiomas, tecnologías e incluso en las propias facultades, esto se traduce en clases más hetereogéneas en cultura, ideas y creencias», matizó Juana Trujillo.
Pero la verdadera protagonista del sábado fue la imagen de la virgen del Carmen, que salió desde el interior de la iglesia del mismo nombre, acompañada musicalmente por la banda de cornetas y tambores `Amigos de la Música de Antequera´ para recorrer las calles de la ciudad, en su trazado original, además de tres rincones diferentes con motivo de los 500 años de historia. Para este año la imagen portó un encaje de bruselas del siglo XIX, medallones pintados por Angel Sarmiento (joven autor del cartel de la feria de agosto de Antequera de 2013) que siguen los dibujos del camarín con las letanías, un escapulario bordado en oro por Cristina Badillo y unos pendientes de plata y brillantes. En la vuelta a su templo hubo una emotiva petalada en calle Río, una de las principales del barrio.