El Hospital San Juan de Dios del Aljarafe ha iniciado un estudio sobre el uso de técnicas de analgesia psicológica en pacientes con dolor crónico. Para ello, el centro ha puesto en marcha un taller en el que un grupo de diez pacientes adquieren herramientas para obtener una mayor autonomía en el control y manejo del dolor, asumiendo así un papel mucho más participativo frente a su enfermedad, tratamiento y evolución.
La causa del dolor crónico en los pacientes participantes en el estudio es diverso: enfermedades degenerativas, migrañas, fibromialgia, dolor musculo esquelético, neuropatías, etcétera, pero en todos los casos el dolor se convierte en una enfermedad invalidante.
Según un comunicado, transcurrido un mes desde el inicio del taller se analizará qué efectos ha tenido la aplicación de estas técnicas en términos de funcionalidad y calidad de vida en estos pacientes y se comparará el resultado con otro grupo de pacientes con el mismo perfil a los que aún no se ha formado en estas técnicas. El objetivo del centro es continuar con este último grupo de pacientes una segunda edición del taller.
El dolor crónico puede ir acompañado de una serie de síntomas, de los que los más frecuentes son ansiedad, problemas hormonales, trastornos de los sistemas inmune y gastrointestinal, disminución de la movilidad, trastornos del apetito y del sueño, etcétera. Todo ello conlleva a una disminución en la calidad de vida de la persona que lo padece que interfiere con sus actividades diarias, por lo que también se afecta la capacidad para el trabajo del paciente con dolor crónico.
Además, el 30 por ciento de los pacientes afectados ha estado de baja laboral como consecuencia directa del dolor, requiriendo hospitalización el once por ciento de los pacientes con una estancia media de 12 días.
En las últimas décadas el estudio del dolor y su tratamiento se desarrolla desde la perspectiva de diversas disciplinas como el análisis bio-psicológico, el tratamiento multidisciplinario, las teorías sobre neuromodulación, el aspecto paliativo y las estrategias psicológicas, entre otras.
A través de la anestesia psicológica es posible disminuir o incluso suprimir el dolor conservando otras sensaciones, como el tacto, algo que se consigue con la práctica y con un deseo explícito, a través del pensamiento y de técnicas de control respiratorio, de insensibilizar una parte del cuerpo o todo él.