No hay duda de que a Rajoy y al PP, la crisis les está viniendo muy bien: su liderazgo en el PP se ha visto consolidado en los últimos meses...
No hay duda de que a Rajoy y al PP, la crisis les está viniendo muy bien: su liderazgo en el PP se ha visto consolidado en los últimos meses, particularmente a raíz de las elecciones gallegas y vascas, en las que ha conseguido que creciera la cuota de poder del partido con muy escasos avances: un solo escaño más en Galicia, y varios menos en Euskadi, pero recuperando o compartiendo poder en ambas comunidades. Por si fuera poco, en unos pocos meses se ha visto satisfecha su reclamación de un nuevo ministro de Justicia, en sustitución del cazador sin licencia, y la de Solbes y otros cuantos ministros más.
Dos reajustes del Gobierno al cabo de solo un año de legislatura vienen a demostrar que más la crisis que el liderazgo del contrario, están causando desgaste evidente en el inquilino de la Moncloa, especialmente atento a lo que dice y hace su oponente. Ahora, Rajoy sigue su ofensiva, con tres posibles jugadas: una moción de censura, para la que aún no se ve suficientemente fuerte, unas elecciones anticipadas, y un cerco creciente al Gobierno en el parlamento por virtud de la oposición de la mayor parte de los restantes grupos.
Ésta última es, de momento, la estrategia en juego. Se trata de inmovilizar al Gobierno, y de hacerle perder votaciones por la falta de apoyo de los restantes grupos, sobre todo los nacionalistas catalanes, vascos y canarios. El PP quiere ver al PSOE, y ya empieza a verlo con alguna frecuencia, en la misma soledad que el propio PP padeció en la legislatura anterior, cuando una y otra vez sufría el acoso del PSOE y de todos los demás partidos, una y otra vez, y en las cuestiones más variadas. Ahora empieza a suceder otro tanto, y el PSOE se las ve y se las desea, y tiene que hacer toda clase de maniobras y negociaciones, para evitar derrotas en el Congreso.
Rajoy y el PP querrían que esta estrategia de provocar la soledad permanente del PSOE condujera a alguna de las restantes posibilidades: una votación de censura con posibilidades de alternancia, o bien una anticipación de elecciones... De momento, los socialistas seguirán buscando socios temporales, en la espera de, finalmente, lograr un aliado coyuntural para lo que resta de legislatura, eventualidad que no ven ni próxima ni fácil. ¿La financiación autonómica pudiera aproximar a los nacionalistas catalanes? Parece improbable. Más bien pudieran verse empujados en la dirección contraria. Sucede algo curioso: la animadversión que produce el PSOE a CiU y al PNV, en este momento se convierte en relación más fácil y mayor posibilidad de entendimiento con el PP. En Euskadi, se supone que los enemigos del PNV son Basagoiti y el PP, pero la aproximación de Erkoreka a Mariano Rajoy y los deseos de dañar al PSOE son evidentes. En Cataluña, siempre la aversión de CiU al Partido Popular fue manifiesta y permanente, pero en este momento les conviene más erosionar y desgastar al Gobierno central socialista, sobre todo si éste permanece aliado en la Comunidad con la izquierda de IU y ERC... La política tiene esa clase de camaradería ocasional y de apuesta por resultados inmediatos, muy a menudo por encima de la lógica y la coherencia ideológica. Es lo que ahora se lleva...